HAY quienes hablan de la existencia de un estilo musical cofradiero sevillano. Si ese estilo existe hay que buscar los elementos en los que se sustenta. ¿Qué pueden tener en común las marchas para cornetas y tambores compuestas por el linarense Escámez con Amarguras del sevillano Manuel Font de Anta? Comparen la Marcha Fúnebre (Quinta Angustia) del catalán Font Marimón con La Estrella Sublime del sevillano López Farfán. ¿En qué se parece La Sagrada Lanzada del malagueño Font Fernández y Virgen de las Aguas del extremeño Santiago Ramos? Veamos qué elementos en común pueden tener Virgen del Valle del sevillano Gómez-Zarzuela y Coronación de la Macarena del asturiano Braña. Tendrá que haber algún parecido entre Procesión de Semana Santa en Sevilla del maño Marquina y Mater Mea del gallego Dorado. Sigamos estudiando marchas como Macarena del toledano Cebrián, Ione del italiano Petrella, Aquella Virgen del madrileño Gómez de Arriba, Sevilla Cofradiera del cordobés Gámez Laserna, Nuestro Padre Jesús del sevillano Pantión, Mektub del vasco Mariano San Miguel, etcétera.

Las marchas anteriormente citadas, de compositores ya fallecidos, forman parte de la historia cofradiera de Sevilla. Esas marchas, de autores sevillanos y del resto del mundo, sólo tienen tres elementos en común: a: calidad, b: con ellas los pasos pueden andar, c: fueron compuestas por músicos profesionales.

Los sevillanos queremos para nuestros pasos la mejor música, sea de donde sea. Hay músicos actuales que se erigen en los nuevos miembros de la censura cofradiera en pos de una supuesta sevillanía músico-cofradiera. Tras esa guerra se esconde la inseguridad en sí mismos. Sigan componiendo y no se preocupen de nada más. El tiempo pone a cada uno en su lugar. No se puede vetar a nadie por su estilo o procedencia. Sólo debemos diferenciar entre buena música y mala música.