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Martínez Montañés no está en la plaza

Una ciudad entera, desde el alcalde al último de sus ciudadanos, no puede ser ninguneada

Han pasado días, semanas, meses y hasta una pandemia y ha llegado la Semana Santa y con toda Sevilla en la calle, la lápida conmemorativa del lugar de enterramiento de Martínez Montañés en la plaza de la Magdalena sigue sin colocar en su sitio. Ya es algo más que falta de respeto a la ciudad por parte de los propietarios y gestores de los hoteles que la desmontaron. O falta de capacidad ejecutiva de los responsables municipales. O alguna de las excusas técnicas o cautelas administrativas argumentadas. Da igual, el resultado, que es lo que cuenta, es el mismo. La lápida sigue sin reponerse y eso que el paso del tiempo y la llegada de la primavera le está sentando bien a la plaza, con la arboleda más enhiesta y lustrosa. Pero ni así.

Hasta ahora, lo conseguido es un mal resultado para la ciudad. ¿Por qué la renovación de un edificio tiene que ser a costa de una merma histórica y patrimonial? Tenemos un ordenamiento legal que tiene previsto embargar cuentas corrientes para compensar deudas de Hacienda o hasta por multas de tráfico y que vigila que no se puedan obtener por personas o sociedades ayudas o subvenciones públicas mientras se mantiene una de esas deudas. ¿De verdad es imposible ejecutar acciones concretas para resolver la dilación en estos asuntos del patrimonio de la ciudad? Que asesoren juristas para cubrir garantías, que los técnicos administrativos informen el procedimiento, que los arquitectos diseñen y proyecten la colocación de la lápida y los servicios municipales de obras lo realicen. Y finalmente, que los responsables de haber quitado la lápida y no reponerla en tiempo y forma abonen los costos al municipio. Pensé que cuando se aprobó en 2007 la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía, estas situaciones estaban previstas. Quizás no. Pero en todo caso, una ciudad entera, desde el alcalde al último de sus ciudadanos, no puede ser ninguneada. Puede que sea un tema puntual y menor, pero a mi entender es tan significativo como cualquier otro. Los asuntos de la ciudad son los grandes planes y las pequeñas cosas. Parece que hay consenso político y ciudadano en mejorar la limpieza. Bien. ¿Por qué no un consenso en que no nos tomen por tontos? O es que ya se ha corrido la voz de que aquí, en Sevilla, nos tomamos las cosas con calma y nunca nos enfadamos. No me extraña, porque si no hemos levantado la voz como ciudad por asuntos como los túneles de la SE-40 o el enlace por tren o Metro al aeropuerto, que nos puede importar una lápida más o menos.

Quizás porque aquí las cosas van con calma, Martínez Montañés está dispuesto a esperar sentado en su soberbio monumento de la plaza del Salvador diseñado por Agustín Sánchez Cid o en el conocido cuadro de Joaquín Turina y Areal, viendo salir en procesión al Cristo de Pasión. Pero en estos días que estamos todos en las calles de Sevilla, al pasar por las plazas o al ver las imágenes en sus pasos, recuerden que la lápida conmemorativa del gran escultor aún no está en su sitio.

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