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Y A USTED, ¿LE ATIENDEN?

Pedro Caballero-Infante / Caballeroinf@hotmail.com

Mejor que ayer

CON la presencia de Modesta, la simpática viejecita, hoy llegan a la farmacia remembranzas de tiempos pasados y como el boticario, cinéfilo perdido, esté hablando de cine y lamentando los continuos cierres de tantas salas de proyección, la ancianita le dice:

-, aquí donde usté me , yo era la mar de afisioná. En mi pueblo vi Lo quer viento se llevó que, como entonse las pinícula llegaban cuando Dió daba a entendé, yo la vi pasá la guerra. En pleno invierno. Me acuerdo que, como jasía una rasca inferná, mi hermana y yo nos llevábamo una latita con sisco picón y jasíamo un brasero la de simpático. Como la pinícula duraba que un día sin pan, yo, que era más chica, no jasía que desirle a mi hermana: "Niña, échale una firmita a la copa".

El boticario, respirando efluvios de Woody Allen y Giuseppe Tornatore, está abstraído hasta el punto que la propia Modesta le dice:

-Don José... ¡que se ha queao usté arrobaíto!

-Pó meno palique y a si por fin ha venío la medesina que no tenía usté esta mañana.

A don José estas premuras exigentes le caen mal porque sabe qué medicamento tiene carácter de urgencia y cuál no. Como así se lo manifieste a la paciente/impaciente, es Modesta la que salta:

-Ustede, las jóvene, que habéi nasío ya en una capitá, no sabéi lo que es aguantá un doló o unas calentura.

Y entonces Modesta se explaya lo suyo hablando de los años de posguerra, cuando no sólo la escasez de medicamentos sino también la de alimentos era el denominador común de cada día.

-La gasusa no nos la quitábamo ni a guantá... ¡Má jambre que una chinche en un candao... niña!

Cuando el boticario le habla a Modesta de los antibióticos la vieja aúlla:

-¡Uhhhhh! Yo ha visto morí a criaturita por lo der velo en er paladá.

-La difteria.

-Eso.

Relata cómo la gente empeñaba hasta el alma con tal de enviar en un taxi del pueblo a alguien de confianza a Madrid para que allí gestionase el estraperlo de los antibióticos.

-Iguá que te digo una cosa te digo otra. Yo ha visto también a la familia de la Nicolasa preparando er velorio y dándose mascá por la herensia y vení su marío, probesito, de la capitá con la pinisilina; ponérsela er prasticante y la Nicolasa comiendo sopa de ajo a las dos hora.

-¡Hija, que doló! Me se está poniendo la canne gallina.

Como Modesta, con su maravillosa forma de relatar, haga hincapié en las ventajas de la capital sobre los pueblos en cuanto a farmacia, don José aprovecha gustoso para hablar a los presentes de lo que significa la distribución farmacéutica que, no sólo maneja un almacén que es la gran rebotica de la farmacia sino que realiza dos y hasta tres repartos diarios llevando cualquier medicamento al sitio más lejano que exista.

-¿Cómo los cosario?

-Algo así, pero más rápidos.

Al entrar, en este momento, Carmelo el repartidor y el boticario preguntarle por el leve retraso, comenta:

-Es que he tenido que hacer antes la ruta de Villanueva.

-¡Niño, ese é er pueblo de mi hermana!, ¿le pué llevá las babucha que se dejó en casa la úrtima Navidá?

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