A falta de que se concrete si la fecha elegida es el 19 o el 26 de junio, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, ha confirmado que la semana próxima o la siguiente, a más tardar, convocará elecciones autonómicas antes de las vacaciones de verano, un adelanto que explica como técnico, pero que ejecuta por pura táctica electoral.

Y justificar un adelanto de la cita con las urnas cuando es innecesario siempre es de incierto resultado porque depende de que el argumentario cale en el cuerpo electoral. Que le pregunten a Susana Díaz. O a Alfonso Fernando Fernández Mañueco.

Formalmente, la razón esgrimida no deja de ser cierta: si las elecciones son en junio, habrá nuevo Gobierno en septiembre y se podrá presentar en el plazo legal previsto el Presupuesto. Pero ahora mismo es sólo una excusa. Si el Presupuesto era la razón, las elecciones debieron ser en invierno, cerca del 28-F. Porque el actual Gobierno andaluz puede preparar de igual forma el anteproyecto de cuentas para 2023 y que sea la primera ley de la próxima legislatura. El retraso sería mínimo. Y, aún peor, es justo lo que hizo el equipo de Moreno Bonilla cuando accedió a gobernar en enero de 2019.

El propio presidente ha dado un giro en su discurso para justificarlo, además de frivolizar con el tema tanto en su periplo cofrade de la semana pasada como, sobre todo, el pasado martes, cuando incluso deslizó con desdén que podría convocar un día laborable, con un tono de cuchufleta impropio.

Si convoca ahora es por pura táctica electoral. El efecto Feijóo ha provocado un avance sensible del PP en todos los sondeos (hasta el denostado CIS, otrora prestigioso, lo ha admitido) y, lo que es más importante, por primera vez en muchos meses, el crecimiento de Vox no sólo se frena, sino que retrocede levemente. Y ahí estará el nudo gordiano de estas elecciones: cuál es el equilibrio del bloque de la derecha. Si el PP suma más que el conjunto de la izquierda o, por el contrario, se ve obliado a incluir a Vox en su Gobierno. En una frase: si Moreno se hace un Ayuso o un Mañueco.

Esperaba -lo escribí- que Moreno tratase a los andaluces como adultos, pero a la vista de que el martes fue de sobrado, prefiere el riesgo de no esperar a octubre. Porque incluso él mismo ofreció argumentos de que personalmente le convenía convocar en otoño, citando expresamente que habría sentencia firme del caso ERE respecto a los altos cargos -incluidos Manuel Chaves y José Antonio Griñán- o que podría inaugurar el Metro de Málaga, el tranvía de la Bahía de Cádiz o la reinauguración del hospital militar de Sevilla. Omitió el mejor argumento para apostar por octubre: el verano turístico apunta que será espectacular e influiría en el ánimo y el bolsillo del elector andaluz.