Dentro de la debacle económica que va a generar el dichoso bichito, pasar a septiembre la Feria puede ejercer de paliativo. Aunque no la arreglaría en su totalidad, en el aspecto taurino deberá tener incidencia. Es una pena que los mejores carteles que ha organizado la empresa desde el fallecimiento de Diodoro Canorea hasta la fecha no se hagan realidad en el albero de la Maestranza. Por ejemplo, el cartelazo del Domingo de Resurrección puede ser difícil de organizar en la nueva fecha y varios serán los toreros anunciados que se queden fuera por la reducción de carteles. Me gusta, sin embargo, que la cornada no sea mortal de necesidad, ya que el momento que atraviesa la Fiesta no está para agresiones de semejante calado. La temporada taurina tiene a Sevilla como plataforma de lanzamiento y si no puede ser lo previsto, mejor en septiembre que nunca.