La ventana

Luis Carlos Peris

Memoria de La Polaca, un icono sexual irrepetible

TANTO se bebe en las mismas fuentes que como alguien inserte una mentira se convierte en verdad con el paso del tiempo. Me hizo gracia comprobar cómo un puñado de iniciados, prestigioso alguno, dio en aseverar que La Polaca le debía su apelativo a un baile polaco que ella practicaba con éxito en sus inicios. Y un servidor, que tuvo a Pepa en su galería de perpetuas, no tuvo más remedio que decir que qué barbaridad, que ni baile polaco ni leches, que a Pepa Cotillo le puso Polaca su propio padre cuando vio cómo arrancaba a hablar, que no la entendía ni Dios. Luego, esa forma de hablar, tan polaca, la contrarrestaría con un físico de rompe y rasga más los ojos más negros y profundos que parió madre alguna y que contribuyeron a convertirla en un icono sexual, un motivo indudable para la fantasía más sugerente en un tiempo que si se califica de posguerra es que seguimos viviendo en plena posguerra.

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