La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Memoria de un diluvio entre saetas

Parece algo así como entrar en la gloria cada vez que se visita la Colegial del Salvador y se recuerda aquella noche en que la lluvia caló sus cubiertas y el templo quedó de pena. Fue en la Exaltación de la Saeta, aquel acto irrepetible que nació, como tantas cosas, de la mano de Rafael Álvarez Colunga. Aquella catástrofe se llevó dicho evento a la Catedral, donde lució hasta que las cosas dejaron de ser como eran. Una catástrofe que estuvo a punto de ponerle el punto final al segundo templo de Sevilla, que se caía a pedazos hasta que surgieron imparables un canónigo y un joven abogado para agitar la conciencia de la ciudad. Y antier noche, viendo esa maravilla que volvió a ser el Salvador gracias al calonge Juan Garrido y al letrado Joaquín Moeckel, se nos vino a la memoria la infausta noche en que se caló hasta anegarse de tal forma que parecía irrecuperable. Laus Deo.

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