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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Memoria, historia y manipulación

Ocúpese el Ayuntamiento de cosas más urgentes que los huesos de Queipo y déjese a la Hermandad de la Macarena

Se consideran crímenes de guerra las muertes que no se justifican por necesidad militar, especialmente las que afectan a los civiles. Durante nuestra Guerra Civil cometieron crímenes de guerra tanto los sublevados contra la Segunda República como quienes se enfrentaron a ellos. Los franquistas fusilaron más que los comunistas o los anarquistas no porque fueran más crueles, sino porque ganaron la guerra y tuvieron más tiempo para hacerlo, tanto durante la guerra, conforme iban conquistando pueblos y ciudades, como tras ella. A estas alturas ya no es revisionismo franquista llamar por su nombre a los crímenes de guerra cometidos en la caótica zona republicana. Esto no iguala a unos y otros en cuanto al origen y el sentido de la guerra, porque está claro que el 18 de julio se produjo un golpe militar contra un Estado democrático -tan claro como que hubo dos intentos anteriores de atentar contra la República, en agosto de 1932 desde la derecha y en octubre de 1934 desde la izquierda- y que quienes lucharon contra los golpistas -no todos demócratas, salvo que consideremos como tales a los anarquistas o a los comunistas estalinistas- defendían con mayor o menor convicción el orden y la legalidad constitucional.

Nadie puede negar que Queipo de Llano cometió crímenes de guerra, es decir, que excedió con crueldad los límites marcados por la necesidad militar. Algunos hermanos de la Macarena consideramos por ello que enterrarlo en la Basílica fue un error que demuestra que en 1951 aún vivíamos en posguerra y no se habían olvidado los intentos de quemar a la Esperanza en 1932 y 1936. Pero lo que con sus restos se haga lo decidirán la Hermandad y los hermanos, como se hacen las cosas en las hermandades, no forzados por quienes no tienen autoridad para inmiscuirse en sus asuntos. Y menos si la iniciativa parte de IU-CA, que tiene también sus cuentas pendientes con la memoria histórica por el papel del PCE durante la Segunda República y la Guerra Civil.

Ocúpese el Ayuntamiento de cosas más urgentes que los huesos de Queipo, no le haga el juego a quienes tanto les ofende donde estén pero no que haya una calle dedicada a la estalinista Dolores Ibárruri y déjese a la Hermandad de la Macarena en paz. Y no olviden los de IU lo que dijo Pepe Díaz -¿saben quién era?- tras la quema de San Julián: "En Sevilla es un error vincular la revolución proletaria a la lucha contra las cofradías".

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