Veintidós años se cumplen hoy de la culminación de uno de los capítulos más ominosos de lo peor de la Historia de España. Hoy hace veintidós años de que a un joven concejal del PP le dieran matarile en los montes de Lasarte. El país nunca se había apiñado tanto como en aquella siniestra cuenta atrás que iba anunciando la muerte irremediable de Miguel Ángel Blanco. Fueron sus asesinos sangre de la misma sangre de gente que hoy está en las instituciones y que nunca se arrepintió de aquellas felonías que nos llenaron de sangre y de luto. Cumpleaños de un crimen que conmovió a España de costero a costero y aún se estremecen los adentros recordando aquel sábado en el que las manecillas del reloj emitían su tic tac más inquietante e irremediable. Tanto tiempo después, el recuerdo sigue intacto en los españoles de bien, pero como si tal cosa en sus asesinos.