DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Memoria de las trincheras

Más lógico y emocionante que el simulacro de París me pareció el acto de los ingleses en el Royal Albert Hall

Cita de líderes mundiales en París con motivo del centenario del fin de la Gran Guerra. Fue tan cruel e innecesaria, y estuvo planteada con tan asesina torpeza por los mandos militares que utilizaron millones de jóvenes como carne de cañón y de trinchera, que poco habría que celebrar. El fin de una guerra es una buena noticia siempre oscurecida por la suma de errores que condujeron a la tragedia de su declaración. Entiendo que se celebre una victoria y se conmemore a quienes dieron la vida por defender a su patria, y por ello me emociona el Poppy Day británico que conmemora a sus caídos en la Gran Guerra. Pero no que los líderes de las antiguas naciones contendientes se reúnan, incluidos quienes unilateralmente la declararon, para celebrar el fin de lo que nunca debió empezar. Y menos cuando se trató de una estúpida carnicería que costó 30 millones de muertos e hizo posible los ascensos del comunismo (1917), el fascismo (1922) y el nazismo (1933) que dieron lugar a otra guerra aún más cruenta en la que la humanidad tocó fondo con el Holocausto.

Hay guerras defensivas necesarias, como la Segunda Guerra Mundial, y guerras evitables, como la Primera. Pero incluso en el primer caso la responsabilidad no fue sólo de Hitler y la Alemania nazi, también de las potencias democráticas que cerraron los ojos, los pacifistas no intervencionistas y el comunismo estalinista que pactó con el nazismo para repartirse Europa. Resultado de ello fue la "necesidad" de defenderse del monstruo que antes se había dejado crecer.

La Primera Guerra Mundial fue más evitable y estúpida. Debía durar unos meses y duró cuatro años a causa de los tremendos errores tácticos. Debía asegurar las libertades y abrió las puertas a los totalitarismos. Debía ser la guerra que pusiera fin a todas las guerras y veintiún años después estalló la Segunda. Millones de jóvenes murieron y sufrieron atrozmente para nada. O aún peor: para dejar las cosas peor que estaban antes de la guerra. No encuentro mucho que celebrar. Ni entiendo que Macron planteara la ceremonia sin desfile militar para no ofender a Merkel. ¿Qué país ha intentado devorar Europa dos veces provocando dos guerras mundiales -1914 y 1939- bajo regímenes políticos muy distintos? Rara mezcla de conmemoración y olvido. Más lógico, sincero y emocionante me pareció el acto conmemorativo que los ingleses celebraron en el Royal Albert Hall.

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