Primera curva del slalom que el Betis se ve obligado a superar si no quiere verse al borde del abismo a mediados de marzo. Mestalla como primera curva y lo cierto es que no es el campo valencianista uno de los rodeos más favorables en toda la historia del club. Pero este barro que preside el día a día del Betis es producto de unos polvos que fueron originándose por causas tan diversas como fallos incomprensibles o falta de intensidad.

El gol del japonés Kubo ha percutido en las cuadernas del club de manera considerable. Ha sido uno de esos lances que dejan en tenguerengue la autoestima de unos futbolistas que no llegaron a este mundo para manejarse al borde del precipicio. Y es que el precipicio no está tan lejos como asegura Robi, ese hombre que vino para hacer olvidar a su predecesor y que no ha terminado de tomarle el aire a la cosa. Y la cosa está de manera que el bético viejo no para de tocarse la ropa.

Toca Valencia en esta primera sabatina cuaresmal y lo cierto es que ninguno de los litigantes está para lanzar cohetes. El Valencia viene de una serie de varapalos que también han puesto a su manijero a punto de finiquito, que si Rubi ha soportado todo el curso lo alargada que es la sombra de Setién, a Celades le nombras a Marcelino y le da un alipori. Dicen que la plantilla che se ha conjurado, pero también lleva la del Betis conjurándose todo el año y los resultados no aparecen.

Duelo de agobiados por tanto, así que cuando el balón empiece a circular por la grama valencianista, el temor a equivocarse puede ser un arma de doble filo con posible incidencia en el balance final. El Valencia ve cómo su objetivo Champions es ya cosa de otros que no son él, mientras que en el Betis se esgrime con la boca chica que Europa sólo está allende los Pirineos, no más lejos, mientras que a boca llena no se atreve a rezar ante la creciente proximidad del abismo.