Finiquitado el parón, Liga habemus y a través de una sabatina rica en boato con los cuatro equipos de Champions obligatoriamente en escena. Y entre tanto ilustre aparece el atractivo equipo que ha compuesto el Real Betis Balompié para engrandecimiento de su camiseta. Comparece la orquesta verde, blanca y verde en Mestalla, uno de esos campos que se le resistían desde tiempo inmemorial hasta hace un par de cursos.

Espera como anfitrión un Valencia que no ve reflejado en la tabla su potencial. Sólo dos puntos de nueve disputados es un balance que no va en consonancia con lo realizado en cancha por el equipo del competente Marcelino, de ese Marcelino que le ganó a Setién el verano anterior la carrera por llegar al banquillo de Mestalla. Curiosamente, Mateo Alemany tomó una decisión que, a la larga, posibilitaría que su viejo cuate Lorenzo Serra se hiciese con la firma del cántabro.

Lo reciente fue que el Valencia derrotó al Betis en las dos vueltas últimas y, por cierto, con un chorreo de goles en Heliópolis, lo que mereció el calificativo de set tenístico. Hoy la realidad es que el Valencia llega mustio por su pobre balance de puntos y que el Betis ha pasado un par de semanas muy placenteras por aquel gol de Joaquín cuando el derbi declinaba. Ni siquiera esto tiene incidencia alguna en lo que vaya a pasar esta tarde a la vera del viejo cauce del Turia, ni siquiera.

¿Debutará Lo Celso, el hombre que ha terminado de disparar las pajarillas del bético? Seguramente que así será, que noventa minutos son muy largos y en cualquier momento puede producirse este ilusionante debut. Sea como sea, partidazo habemus entre el pragmatismo que impone Marcelino y los conceptos preñados de estética que Quique Setién está consiguiendo para su equipo. Un gran acto dentro de la atractiva programación de esta sabatina.