Alto y claro

José Antonio Carrizosa

Mezcla peligrosa

COMPLICADA mezcla la que forma en la actualidad diaria el continuo afloramiento de casos de corrupción política por los cuatro puntos cardinales del país y el desolador panorama en el que nos sumerge una crisis económica en la que todavía nos queda un larga permanencia, a pesar de los signos de recuperación que ya se vislumbran más allá de nuestras fronteras. Es una mezcla peligrosa porque afecta a dos aspectos que sirven de base para la fortaleza de una sociedad democrática. Por un lado, a la garantía de unas condiciones de vida dignas, imprescindibles para ejercer la libertad. Por otro, a la preeminencia de los principios éticos a la hora de ejercer la acción política, consustancial a la propia democracia. Si la opinión pública percibe que el sistema no asegura ni lo uno ni lo otro, es el propio sistema el que se pone en riesgo. Todo esto, que puede parecer muy teórico, está sucediendo desde hace tiempo delante de nuestros ojos y, en los últimos meses, con una proliferación extraordinaria. Además, no hay que irse muy lejos. En la propia Sevilla hemos asistido esta semana a la aparición de dos informes económicos que hablan a las claras de cuál es nuestra situación. El Barómetro de Economía Urbana del Ayuntamiento alertaba de que la crisis en Sevilla había entrado en fase de "drama social". Dos días después, el informe Sevilla Socioeconómica 2008, elaborado por el profesor Francisco Ferraro para la Cámara de Comercio, alertaba sobre el panorama "devastador" al que se enfrentan las empresas en medio de una ciudad "dormida y conformista", en palabras del presidente de la Confederación Empresarial. Estos titulares han compartido espacio en los últimos días en los medios de comunicación con los avatares del escándalo de Mercasevilla o las cada vez más espeluznantes revelaciones sobre el robo de droga en la Jefatura Superior de Policía, por ceñirnos sólo a Sevilla. Pero fuera de aquí no pasa un día sin que tengamos noticia de una operación contra la corrupción, sea en territorio socialista o popular. De lo que estamos hablando, en definitiva, es de la calidad de nuestra democracia, algo que conviene tomarse muy en serio. El aire se está volviendo cada vez menos respirable y eso es algo que debe alarmar a los que tienen en sus manos la responsabilidad de gobernar.

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