DURANTE unos días, pocos y muchos menos de los deseables, este mirador se abre al verdor de la España húmeda. Orbayea en el corazón del Principado y se mira como una pesadilla a esos mercurios que se vienen arriba de forma inmisericorde en cuanto sopla el solano.Y hasta aquí llegan los ecos del ideario de buenas intenciones de Susana en su heredada investidura; también lo de ayer en la Goyesca o cómo antier pudieron entrar los niños en una plaza, la de Utrera, donde apenas hubo mayores. Cosas que pasan mientras aquí disfrutamos de un cambio estacional rotundo, concluyente, que permite ver un panorama más diáfano y, posiblemente, menos contaminado. Ahora mismo junto unas palabras con otras en la procura de una conexión aceptable y veo cómo cae el orbayo sobre la playa mientras muere el Sella tras superar su último meandro.