Hay días en el año con un peso específico que llevan en su ADN y hay otros en que lo cobran, el peso específico, no más echan a andar. El día de ayer, víspera de Santiago Apóstol, se aliñó con dos noticias futboleras o parafutboleras de indudable calado. Y es que casi a la misma hora que el Betis hacía público el nombre de Antonio Cordón como director deportivo, el Ateneo proclamaba rey Baltasar a Ramón Rodríguez Verdejo, Monchi en el mundo.

Son dos noticias de gran importancia aunque no por contrapuestas menos complementarias. Al fin el Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié, toma el toro por los cuernos para resolver un mal enquistado. Se trata de dotar a su estructura deportiva de un manijero de nivel contrastado para intentar, de una puñetera vez, que el potencial deportivo del club vaya en consonancia con el peso social y con el orden que impera en el resto de sus negociados.

A la misma vez (Lopera dixit), se hacía oficial algo que se tenía por bueno desde hace veinte años, que fue cuando el isleño Monchi se hizo cargo de la estrategia a seguir por el primer equipo del Sevilla. Primero ensambló un plantel de retales que pocos querían para salir del pozo de la Segunda División. Después, en poco tiempo, hizo sonar en Eindhoven el clarinazo que puso en marcha la extraordinaria ascensión del club tanto en el suelo patrio como en la vieja Europa.

Lo que se tenía por bueno es el carácter de mago de Monchi para convertir el cobre en oro y la hojalata en plata de ley. Y ahora se le asciende a la categoría de rey, rey mago de la Cabalgata de Sevilla en la figura de Baltasar, el mago que más ilusión despierta entre la grey infantil. Ha sido todo el mismo día y así como la cualidad para hacer magia de Monchi ya está comprobada, a ver si hay un efecto mimético y la llegada de Antonio Cordón aporta coherencia a la nave bética.