La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Monteseirín tendrá su muy merecida plaza

Esperamos que doña Teresa acuda a un acto de justicia en el que se honrará al último alcalde reformista de Sevilla

Monteseirín tendrá 	su muy merecida plaza

Monteseirín tendrá su muy merecida plaza

A principios de julio será inaugurada con toda justicia. Me alegraré mucho por doña Teresa, su madre. Porque doce años de alcalde merecen un reconocimiento, sobre todo porque, como reconoce con elegancia y justicia el PP, Monteseirín ha sido el último alcalde reformista de la ciudad. Bien quisiera uno que hubiera sido menos reformista, mucho menos, pero hay que reconocerle un modelo de ciudad, un plan, un criterio y unas directrices claras sobre cuanto pretendió en Sevilla. Y repito: no estuvimos de acuerdo con Alfredo en muchísimas cosas. Pero su plaza es merecida, porque se la jugó, lucho, sufrió campañas injustas por exageradas tanto él como su socio de gobierno, Rodrigo Torrijos, comunista con el que jamás compartiremos algunas ideas, pero al que siempre guardaremos el respeto que, como se decía antiguamente, merece por edad, sabiduría y gobierno. Y muchos no deberían olvidar que si el monumento a la Inmaculada está en su esplendor es porque Torrijos defendió y logró su restauración, ¿verdad, don Antonio? En esta ciudad se demoniza y se destruye muy rápido. Pero Torrijos tiene su sitio por fortuna, y Monteseirín tendrá pronto su plaza. Y yo me alegro por doña Teresa, señora entrañable donde las haya, que daba gusto saludarla en todos los actos a los que acudía con la incontestable verdad del amor de una madre por su hijo. Cuéntenme ahora los errores de aquellos mandatos, que me los sé todos. O simplemente los proyectos con los que muchos no estaremos nunca de acuerdo. Pero nadie dudará que Monteseirín fue un alcalde total que se pasó por el Arco del Postigo las presiones de muchas críticas. Quizás haya sido el primero que no cambió sus decisiones tras leer un artículo editorial en prensa, como debería haber hecho Espadas, que ayer inauguró una glorieta impropia en honor don José Moya, nuestro Pepe, quien salvó una empresa, generó riqueza y tuvo mentalidad emprendedora. Una glorieta donde si los conductores paran es para vaciar el cenicero y esperar a que la luz se ponga en verde. Pero, en fin, Alfredo también tuvo sus errores. Como dice Beltrán Pérez (Me voy, aunque no me voy, me voy, no me ausento) la memoria hace justicia a los alcaldes de Sevilla y, al final, saca a relucir lo mejor de una gestión. Hay que reconocer ese modelo de ciudad que tenía Alfredo, del que Alejandro Rojas-Marcos pidió en una entrevista en este periódico a los sevillanos una reflexión sobre por qué Monteseirín ha sido el único en mantenerse doce años en el cargo. Por algo será para orgullo de doña Teresa, que es quien se lo merece absolutamente todo. La plaza, la glorieta y todas las petaladas.

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