NOS merecemos que las mejores mujeres lideren la sociedad. Y los mejores hombres. Ojalá más pronto que tarde una mujer sea presidenta del Gobierno de la nación, o de Andalucía. Para ello, ha sido positiva la derrota de Carmen Chacón. Como primera candidata a La Moncloa, iba a ser contraproducente para ese objetivo. Hubiera puesto muy bajo el listón sobre el mérito y la capacidad de las mujeres con liderazgo. Ayer tenía el triunfo en la mano, jugaba en casa de anfitriones que deseaban convertirla en póster de juventud, feminidad y cambio para lo que se avecina dentro de 49 días. Pero su discurso, un rosario de lugares comunes y eslóganes de mercadotecnia, dio una vez más la medida de lo que ella realmente es, y no de la idealización que se ha hecho de ella. En la candidatura de Chacón habían participado mujeres mejor preparadas que ella para afrontar los tremendos retos de la tarea de gobierno o de oposición. Pero no están tan diseñadas como producto de marketing, modulado para hablar y no decir más que frases hechas y huecas.

La victoria de Rubalcaba consuma el proceso de liquidación, iniciado hace un año, de lo que representa Zapatero como endeblez del relevo generacional de la generación felipista, sobrepasada por los tiempos y permisiva con la corrupción. La de Viera, Toscano y Villalobos a la greña, como viejos caciques de colmillo retorcido, que han parido liderazgos como el de Susana Díaz. En condiciones normales, hubiera ganado una candidatura alternativa en detrimento de un político como Rubalcaba, sólido pero requetevisto que simboliza un grave batacazo en las urnas. Pero el PSOE tiene una empanada mental sobre su pasado y sobre su futuro porque ha fabricado jóvenes (en ambos sexos) que empeoran la alineación.

Si el PSOE modifica sus métodos de promoción interna, otras mujeres mejores que Chacón darán el paso para asumir liderazgos en Andalucía y España con el fin de relevar a Griñán y a Rubalcaba. Más pronto a Griñán,ciertamente.