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Navidad en las dos Sevillas

El Niño se hará Hombre; y en 2020, un año especial, llevará su Gran Poder a esos barrios donde quizás no se le espera

Hay una Sevilla que se ha reconvertido en un parque temático de la Navidad. Abre un pasillo de ángeles en la plaza de San Francisco, detrás de los cuales se aprecia la Giralda iluminada, como si se clavara en la oscuridad, y los arcos de luces de la Avenida, que marcan el camino de una carrera oficial. La fachada del Ayuntamiento está sembrada de lucecitas, que parecen evocar el espíritu de los sevillanos. Por allí se llega a la calle Tetuán, a la que llaman la milla de oro del comercio y el consumo, que espera vivir sus semanas fantásticas en estas fiestas, cuando el centro de la ciudad está abierto para las compras. En las administraciones de lotería ya han empezado a pagar los premios del Gordo y a cambiar los décimos para el Niño.

El Gordo y el Niño… La opulencia y la vida. Puede que el mensaje se haya distorsionado. Este año las luces se extienden por la ciudad. Hay 297 calles iluminadas, en todos los distritos. Barrios ricos y barrios pobres. Por supuesto, no está igual de iluminado el centro que Torreblanca. Pero las luces no llegan sólo a Los Remedios, Triana, Nervión o el Porvenir, también a calles del Distrito Sur y del Norte, de Los Pajaritos, de Amate… Hay testimonio de que es Navidad en la Sevilla de los ricos y de los pobres, en las calles donde predominan los cristianos y donde hay más ateos, incluso donde acaso viven personas de otras religiones. La Navidad parece que es para todos.

¿Entendemos el mensaje? Esta sigue siendo la pregunta que atraviesa el tiempo y el espacio, que viene rebotando en las noches de diciembre, entre el frío, que ilumina una Estrella desde hace más de dos mil años. Se repite en las bienaventuranzas, como si fuera el eco de una letanía ajena e imposible de practicar. Pero el mensaje se proyectó para las dos Sevillas. En el pesebre brillaba una Luz. Era la Luz de la Verdad y la Vida, la que se mostraba para ser adorada por los reyes y los humildes.

Hay dos Sevillas. Esta ciudad mantiene a tres de sus barrios entre los más pobres de España, mientras se enorgullece del boom de los turistas y del auge de su aeropuerto. Aumentan los niveles de ocupación hotelera, pero no erradicaron los pesebres. Para ellos (y para todos) vuelve a nacer el Niño que no buscó las riquezas de este mundo. También para ellos, el Niño se hará Hombre; y en 2020, que será un año especial, llevará su Gran Poder a esos barrios, donde quizás no se le espera. Pero el Señor sabe a dónde llega. Con su amor y su entrega puede abrir las cerraduras de nuestras puertas, aunque ignoremos por qué resuenan esos cánticos de alegría.

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