El alcalde y su equipo andan buscando con más ahínco de la cuenta por dónde se filtra la información de los consejos del Patronato del Alcázar. Por supuesto que tienen dos sospechosos máximos, pero han llegado a culpar hasta a una empresa de seguridad, entre otras hipótesis más propias de las historias de Mortadelo y Filemón que de un Ejecutivo serio que debe tener claro que la información no se da ni se quita, simplemente se genera. ¿Micrófonos ocultos? ¿Grabaciones? Se ha oído de todo, nunca mejor dicho. Y se barruntan medidas al estilo de la CIA para la próxima sesión. Demasiados nervios. ¿Por qué?

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