Alto y claro

josé Antonio / carrizosa

Ninguneo

TODO llega en esta vida. Es cuestión de tener mucha paciencia y todavía más capacidad de aguante. Parece que por fin el dedo magnánimo de Mariano Rajoy se va a posar ya sobre la persona que debe dirigir los destinos del Partido Popular en Andalucía y, de paso, va a liberar a Juan Ignacio Zoido de la pesada carga que le ha impedido dedicarse a Sevilla con la intensidad de cuerpo y alma que el alcalde requiere. Paciencia y aguante sí ha demostrado el regidor sevillano, aunque a él en esta ocasión no le podrá aplicar la manida frase, atribuida a Camilo José Cela, de que quien resiste gana. Zoido, pase lo que pase en los próximos días, ha perdido, incluso si, como parece probable, logra en un pulso de última hora que Rajoy tenga a bien designar a su candidato José Luis Sanz. Habrá perdido porque ya nadie lo libra del ninguneo al que ha sido sometido durante meses por el presidente nacional de su partido y por la dirección de la calle Génova. Habrá perdido también porque en todo el tiempo que ha estado al frente del PP andaluz, desde que Javier Arenas dejara a la derecha con la miel del poder en los labios, no ha sido capaz de ejercer el liderazgo regional y ha tenido en contra a todas las provincias excepto Sevilla. Y, por último, habrá perdido porque la talla que ha dado en el Parlamento durante todos estos meses ha sido menos que mediocre, impropia de un partido que ganó unas elecciones y que aspira a gobernar.

Pero con ser todo esto grave, quizás lo peor para el alcalde sean las consecuencias que va a tener que pagar en Sevilla por los desplantes que le han hecho en su nada exitosa carrera por desprenderse de la presidencia regional. Esas consecuencias vienen no tanto por el supuesto abandono de sus responsabilidades municipales -el número diario de fotografías del alcalde que llegan a las redacciones de los medios locales no se ha resentido en demasía- sino por la imagen que ha transmitido. Zoido no ha hecho ni más ni menos en el Ayuntamiento por tenerse que dedicar al Parlamento. Lo que ha hecho o ha dejado de hacer en la Plaza Nueva ha sido por su propia capacidad de gestión y por las circunstancias del entorno.

Ahora, cuando vuelva a dedicarse sólo y en exclusiva a la Alcaldía, Juan Ignacio Zoido no podrá desprenderse ya del ninguneo con el que ha sido menospreciado por su partido. Una actitud perfectamente traducible, como no podía se de otra forma, en el trato que el Gobierno de Rajoy ha dado a Sevilla desde que llegó a la Moncloa. La lista de ejemplos podría ocupar varias páginas, pero para muestra valgan como botones la inversión a cuentagotas en una infraestructura básica para la ciudad como la SE-40 o el desprecio absoluto hacia la pretendida ampliación del Museo de Bellas Artes, un equipamiento imprescindible para atraer a Sevilla un turismo de calidad.

Zoido volverá en los próximos días a ocupar el despacho de la Casa Grande, sin tenerse que preocupar de otras cosas. Lo que él quería. Pero se habrá demostrado a sí mismo que no siempre quien resiste gana.

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