ALGÚN crítico televisivo dio un tirón de orejas a Wyoming por usar a niños para poner los puntos sobre las íes en temas tan célebres y celebrados como los relativos a Bárcenas, la Casa Real o los sueldos de los políticos. Comprendo la preocupación suscitada por la utilización de los niños, tan embaucadores, para apuntalar las líneas ideológicas un programa como El intermedio o cualquier otro. Pero debo confesar que el pasaje referido me pareció antológico. Lo que se dice un hallazgo. Si me invitasen a seleccionar alguna muestra televisiva, a modo de cata, para reseñar lo mejor del año, o para ilustrar un coloquio sobre nuestra televisión actual, o sencillamente para alentar en tres minutos un debate vivo, a la par que distendido, sobre la que está cayendo, elegiría este fragmento de los niños haciendo declaraciones ante la reportera de El intermedio.

Y matizo. No todos los niños son iguales. Del mismo que no todos los padres lo son. Ni todos los colegios. Ni todas las personas. La muestra de niños ofrecida en ese reportaje de El intermedio reflejaba a locos bajitos (dicho en castiza expresión de Serrat) muy avispados, muy sociables, con una locuacidad excelente. Espabilados al máximo. ¿Están ideologizadas estas criaturas? El tiempo dirá hacia dónde apuntan sus carreras. Pero desde luego que ninguno de los que compareció ante las cámaras tenía un pelo de tonto. Cuando pasen de ser personitas a personas serán lo que deseen ser, votarán a quien quieran votar o se presentarán a ser votados por las siglas a las que opten. Pero no me parece nada mal que nos mostrasen su elocuencia y su desparpajo. Son niños, sobre todo.

En el mentado reportaje de La Sexta la matrícula de los coches que aparecían estaba borrada por efectos digitales.Sólo nos faltaba que además quisiesen borrar también la espontaneidad de estos campeones.

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