LA andadura de Los años del No-Do llega a su fin. Las emisiones comenzaron la primera semana de diciembre y concluyen entrado agosto. Creemos que la envergadura del trabajo merecía una mayor relevancia mediática. La recepción de espectadores fue la habitual de la que pueden tener las tardes de La 2 habitualmente, cifras siempre modestas. Pero cuesta más entender por qué apenas ningún medio ha impulsado desde sus páginas, no hablemos ya de analizar pormenorizadamente, cuáles eran los contenidos de esta serie relatada con el formato de anuario, a un año por entrega, entre 1939 y 1977.

El director Xavier Gassió ha coordinado a un equipo de colaboradores no demasiado amplio que se han ocupado de desgranar el inmenso material audiovisual registrado a lo largo de cerca de cuatro décadas para transformarlo en 38 horas de televisión. Cada uno de los capítulos arrancó con la página internacional, continuando después con las noticias de la actualidad política nacional para derivar, mediado el episodio, en las procedentes de las áreas de Sociedad y Cultura, incluyendo en la recta final algo de Deporte, sin olvidar todas esas noticias pintorescas que siempre han servido para ilustrar una época, unos usos y unas costumbres.

Me chirrió, eso sí, que en algunos pasajes de los últimos episodios se incrustasen imágenes de la serie La Transición con la voz de Victoria Prego. Esa fue otra obra magna, otro prodigio de documentación, pero con un corpus y autoría propias. No entendí por qué Los años del No-Do, que debía reconstruir nuestra historia a base de los retazos del noticiario, tuvo que echar mano de imágenes y sonido de otra serie realizada con antelación. Es la única salvedad.