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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Noticia bomba: un nuevo Yehoshua

Es un privilegio ser coetáneo de un escritor de esta talla y recibir el regalo de una nueva obra suya

La publicación de una nueva novela del israelí Abraham B. Yehoshua -quinta generación de sefardíes- es una gran noticia (para mí digna de las primeras páginas ocupadas por trileros de la política y filibusteros de la independencia). Es un privilegio ser coetáneo de un escritor de esta talla y recibir de vez en cuando el regalo de una nueva novela suya. Es conocida la anécdota de Billy Wilder y William Wyler en el entierro de Lubitsch. "Se acabó Lubitsch", dijo Wilder. "Peor aún: se acabaron las películas de Lubitsch", replicó Wyler.

Afortunadamente Yehoshua vive y sus nuevas novelas no se han acabado. De los grandes maestros israelíes sólo él y el más joven David Grossman viven. En 2006 nos dejó Samej Izhar, uno de los patriarcas de la literatura israelí, y en 2018 se nos fueron Amos Oz y Aaron Appelfeld. Queda descubrir al genial Shmuel Yosef Agnon, fallecido en 1970, sí, pero asombrosa y vergonzosamente casi inédito en España (espero que alguna editorial traduzca sus obras maestras -que pueden leerse en italiano, francés o inglés- o siquiera reedite Huésped para una noche, cuya última edición en español se remonta a 1983 en una colección de quiosco dedicada los premios Nobel: Agnon es el primer y único escritor israelí que la Academia sueca se ha dignado premiar).

Hay pocos escritores vivos que tenga en mi santo de los santos junto -clásicos aparte- a Dickens, Conrad, Conan Doyle, Bellow, Bashevis Singer o Vassili Grossman. Son Marilynne Robinson, Svetlana Alexiévich, David Grossman y A. B. Yehoshua. De ellos puedo esperar la alegría de una nueva obra. Duomo Ediciones nos ha dado la de publicar El túnel de Yehoshua, editada en Israel en 2018 y ahora admirablemente traducida por Raquel García Lozano, doctora en filología semítica, profesora titular de Lengua y Literatura Hebrea en dicha universidad y responsable, entre otros trabajos, de la traducción de la obra de Amos Oz.

El túnel tiene esa mezcla de ironía y ternura, crueldad y compasión, dolor y gozo, capacidad de fundir lo más minúsculo de lo cotidiano con lo más excepcional y desmedido de la experiencia humana -"la buena literatura vence a la aleatoriedad de la vida imponiendo una forma que crea un significado en medio del caos" ha dicho su autor- que hace la grandeza de la literatura hebrea universal de la que, como Yehoshua ha dicho, la israelí es una pequeña parte.

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