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Noticias para no dormir

Hay libros dedicados al perfecto idiota latinoamericano, al español y al global. Echo de menos el del idiota sostenible

Tomo el título en recuerdo de la serie televisiva de Chicho Ibáñez Serrador, Historias para no dormir, cuando la televisión era llamada la caja tonta, y eso que emitía La clave, Estudio uno y entrevistas de Soler Serrano a Dalí, Borges o Pla. Si aquello era la caja tonta, la de ahora será la caja necia e imbécil. Dostoviesky escribió sobre el idiota y hay libros dedicados al perfecto idiota latinoamericano, al español y al global. Echo de menos el del idiota sostenible.

Ver las noticias en la mayoría de los canales televisivos requiere un alto grado de paciencia y gran capacidad de discernimiento. Supone aguantar durante una hora la sucesión de malas noticias, manipulaciones y consignas enviadas como patadas a seguir, amén de informaciones banales llenas de un sensacionalismo apabullante. Los que tenemos cierta edad podemos experimentar cómo nuestro tiempo forma ya parte del pasado.

En mi infancia existía El Caso, un semanario de investigación basado en lo que se llamaba la crónica de sucesos, pero murió por innecesario. Ya se encargan los medios generales de dar suficiente cobertura a robos y asesinatos mostrando los más crudos detalles, especialmente los informativos televisivos que se ensañan en la exaltación de noticias desagradables y sensacionalistas, convirtiendo lo común en excepcional. Todo con el único fin de adoctrinar y aumentar las cuotas de audiencia, esa justificación grosera que convierte la necedad en argumento sólido y rentable, política y económicamente.

Trasladados los restos del dictador, ahora toca el coronavirus. Siempre hay algo en danza que se explota hasta la saciedad. En su tiempo fue el carbunco, aquél polvo que decían enviaba el propio Bin Laden en un sobre de correos a modo de bomba infecciosa. Luego fueron la gripe A, el ébola, la tuberculosis que regresa y, pronto, le tocará a la lepra como demonización de la inmigración ilegal procedente de países endémicos. Tras ello, debidamente calculado, el negocio de industrias farmacéuticas y el aumento de las audiencias.

En fin, salir poco de casa y con protección. Mascarilla para respirar, protectores solares para prevenir el cáncer de piel, geles para preservar las manos, ingerir probióticos. Consumir, consumir y consumir, hablar con los vecinos a través de las redes sociales, comer en restaurantes de diseño y gastrobares. ¡Ojú! ¡Y los chinos conociendo el jamón!

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