la tribuna económica

Rogelio / Velasco

Nuevas propuestas frente a la crisis

LOS comentarios de Angela Merkel acerca de la necesidad de generar crecimiento para salir de la crisis introduce un elemento nuevo en el discurso alemán. También en Holanda el discurso oficial se ha modificado en relación con los plazos de cumplimiento del déficit publico. Hollande ha introducido en Francia el gasto publico como elemento esencial para salir de la situación, aunque no detalla en que gastaría los recursos.

En estos días ha aparecido un programa de infraestructuras de unos 200.000 millones para dar un impulso a la actividad en la UE, que sería financiado por el Banco Europeo de Inversiones. Esta propuesta no deja de ser un artificio político para evitar abordar frontalmente el verdadero problema: que los plazos para cumplir los objetivos de déficit publico son demasiado cortos, que las medidas de ajuste están provocando una depresión en toda regla y que si no se suavizan los plazos de cumplimiento no podremos evitar mas pena y mas daño. Estas restricciones afectan a todos los países; en otros casos, son los volúmenes de deuda privada el obstáculo principal para el crecimiento.

Un plan de infraestructuras de ese orden de magnitud, equivale a un 2% del PIB de la zona euro. Dado que las expectativas domésticas de la Eurozona son absolutamente tenebrosas, dudamos mucho que el efecto multiplicador sobre la actividad fuese suficientemente significativo como para facilitar una rápida salida de la actual situación. Solo su contribución a un incremento a largo plazo de la productividad merecería una valoración positiva. Pero para que fuese así, resultaría muy relevante la distribución regional del gasto, a saber: que, globalmente, la UE no padece un déficit de infraestructuras; son algunas zonas -las mas desarrolladas- las que padecen significativos cuellos de botella, mientras que el resto presenta, claramente en muchos casos, un exceso de infraestructuras productivas.

Por el contrario, el endeudamiento privado de familias y empresas, sobre todo en el Reino Unido y en España, representa un obstáculo fundamental para que el crecimiento sea duradero. En otros casos -Francia e Italia- es el estado de las cuentas publicas el que va a seguir pesando enormemente sobre la actividad privada. Francia no presenta un superávit primario desde 1972. El resultado es que la deuda publica sigue creciendo y no parecen dispuestos a tomar medidas para su contención. En el caso de Italia, no sabemos cuanto tiempo será capaz de mantener el superávit primario con una deuda superior al 120% del PIB.

Mientras no se aborden estas cuestiones, las iniciativas dirigidas a comprar de forma barata estarán condenadas al fracaso y, además, en el caso que comentamos costarían 200.000 millones de euros.

Si queremos acortar la salida de la crisis, una reducción sustancial de las deudas privadas seria necesaria en varios países de la UE; en otros casos, una modificación sustancial de la política fiscal tendría que llevarse a cabo. Pero para la primera cuestión, ¿donde están los recursos? Y para la segunda, ¿donde la voluntad política? En EEUU, el presidente Obama, con su inteligencia, valentía y capacidad de persuasión, solo lo ha conseguido parcialmente ¿Podrá la débil estructura política de la UE conseguirlo?

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