La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Nuevos gobiernos y olores de caballo

Las denominadas acciones de gobierno sirven para que se note la existencia de un ejecutivo. La micropolítica ofrece un amplio catálogo de medidas en el orden municipal para que se perciba la mano de un alcalde. El gobierno municipal tiene su particular infantería en los barrenderos de Lipasam y en los agentes de la Policía Local. El concejal de Hacienda puede cuadrar los presupuestos, ofrecer cuentas transparentes, informar con precisión de los remanentes, del grado de ejecución de las inversiones, de los plazos de pago a proveedores y otras gaitas que le importan un comino al ciudadano de a pie (y en tranvía) por muy importantes que sean, que lo son, tales cuadraturas del círculo. Un poner: el Gobierno andaluz del cambio no lo será verdaderamente hasta que el presidente Moreno ("Llamadme Juanma") sustituya las caras de la RTVA y de cierto mundo de la cultura que está tomado por la progresía supremacista donde, por cierto, la escasa derecha que hay se camufla de hippie. La RTVA y la cultura son el pan y el circo que debe ofrecer el nuevo régimen. Lo demás es hacer el indio a efectos electorales. En Sevilla estrenamos gobierno, nos han prometido el oro y el moro, pero nos conformaríamos con esas acciones de gobierno que hagan que el administrado sienta la existencia del Ayuntamiento. Un asunto recurrente es el de las cacas de los caballos de los coches de paseo. Desde los gobiernos de Rojas-Marcos se han buscado soluciones para los jacos (pañales) y para los cocheros (uniformes). Los resultados han sido muy escasos. Estos días se sufre la peste propia de las heces de las bestias en calles muy cotizadas del centro. Cuando se pregunta a los responsables municipales, el rostro de impotencia es casi el mismo que cuando se les cuestiona por la mafia del taxi del aeropuerto. ¿Ha llegado la hora de suprimir los coches de punto? El PA les quiso poner uniforme para darles la máxima dignidad todo el año a raíz de la boda de la infanta Elena. Duró muy poco. El PP planteó un sistema que se conoció como el de los pañales, para lo cual convocó a la prensa en la parada del Real Alcázar. Y hay quien con guasa cree que es mejor declarar el olor a caca de caballo como patrimonio inmaterial de la ciudad, pues está vinculado al conjunto declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Mientras Espadas cuadra las cuentas para el Metro y nos convence de lo fácil que es comunicar el aeropuerto con Santa Justa, bien podría poner orden en este aspecto tan doméstico y tan evidente. Sería una buena medida para hacer patente la existencia del Ayuntamiento. Moreno, a la RTVA. Espadas, a los cocheros. No sé yo quién de los dos encontrará mayor oposición interna. Ni qué asunto huele peor. Hay dudas.

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