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LA nueva reforma del Código Penal, aprobada el pasado jueves por el Congreso de los Diputados, supone un intento de adaptación de la legislación penal a los cambios producidos en la sociedad en los últimos años, con la aparición de nuevas conductas delictivas o el agravamiento de las consecuencias sociales de delitos tradicionales. Aunque es cierto que el Código Penal se ha reformado con exceso desde los años noventa, a causa en ocasiones de sucesos de notable incidencia mediática y en ausencia de sosiego y debate, examinando detenidamente esta reforma se llega a la conclusión de que los legisladores han trabajado con sensatez y oportunidad. Por ejemplo, se ha dado una respuesta adecuada a la gravedad de los delitos de terrorismo y de carácter sexual, como la pederastia, al implantar la posibilidad de la libertad vigilada durante diez años revisable, una vez cumplida la condena, ante el temor racional a la reincidencia de este tipo de criminales. Igual cabe pensar del mayor contenido punitivo que se da a los delitos de corrupción cometidos por cargos públicos, que generan un gran malestar en la opinión pública, acorde con la gravedad intrínseca que conlleva el hecho de que individuos que se deben al servicio público se aprovechen de sus posiciones de poder para enriquecerse a costa del patrimonio común. A otro nivel la reforma hace posible que los pequeños delincuentes autores de robos de escasa cuantía, que no son condenados a penas de cárcel, sean castigados con ingresos en la cárcel durante los fines de semana, una pena no muy onerosa para ellos, pero que proporciona tranquilidad a los ciudadanos honrados y aleja la sensación de impunidad que hasta ahora rodeaba estos tipos delictivos. Por el contrario, se suprime la prisión para los manteros cuyo beneficio no supere los 400 euros y se posibilita la sanción de trabajos en beneficio de la comunidad a los conductores que cometen infracciones no especialmente peligrosas. Estamos, pues, en presencia de una reforma del Código Penal ponderada y prudente, que trata de adaptarse a los nuevos tiempos. Esperemos que su aplicación no se frustre por la falta de medios del sistema penal.

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