Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Obligado a reencontrarse consigo mismo

Llega un enrachado Eibar y recibe un Betis que no puede repetir la imagen de Villarreal

Tras la masacre de Villarreal, una semana justa después comparece ante el sanedrín heliopolitano el Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié. Y lo hace ante un rival lleno de complicaciones que enderezó su errática andadura la tarde que le remontó al Sevilla. Un Eibar que ha enlazado dos victorias consecutivas, ese anhelo bético, tras hacer que el Celta de Iago Aspas también doblara la rodilla en el inhóspito Ipurua.

Villarreal ha hecho mucho daño en el seno del club verde, blanco y verde. Fueron variadas las circunstancias que llevaron a tan infausto resultado y no se olvida cómo se fraguó todo, con los que manipulan el VAR escudriñando en busca de penalti con lupa a modo de Diógenes buscando con un candil por las calles de Atenas a un hombre íntegro. Y encontraron contacto y, por ende, penalti, como si el fútbol no fuese un deporte en el que siempre está presente el contacto.

En fin que aquello derivó en una bajada de brazos que acabó como acabó y eso es lo que no puede volverle a ocurrir a este Betis que, de la mano de Rubi, intenta reencontrarse consigo mismo. Para ello urge que el que la lleva la entienda y pruebe a solidificar el equipo para que no sea la barquita inconsistente que es en la actualidad. Procede un blindaje que bien puede ser el de los tres centrales, sobre todo si entendemos que la plantilla no cuenta con gente adecuada para defensa de cuatro.

Claro que todo esto es como predicar en el desierto, de ahí que a estas alturas de la Liga no se haya dado con la fórmula que haga del Betis un equipo fiable. No puede ser que la vida sea un continuo si sale con barbas San Antón y si no, la Purísima Concepción. El beticismo, el club y los que lo llevan, merecen de una vez que el equipo no sea una moneda al aire sino la constatación de que se trata de un grupo en el que se puede confiar. Hoy llegan el Eibar y Mendilíbar, cuidado.

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