La ciudad y los días

carlos / colón

Ocnos en matalascañas (y 2)

Sigue Ocnos trenzando en Matalascañas la cuerda que devora el burro desarrollista. Por algo se le llamó la playa de Sevilla: comparte el destino de la ciudad. Habíamos dejado a unos pioneros veraneantes sanluqueños (la del Aljarafe, no la gaditana) regresando de las playas vírgenes en 1930. Veinte años más tarde, en 1951 José Andrés Vázquez -el casi olvidado ensayista, comediógrafo novelista, periodista y militante andalucista- narró una excursión a La Puebla en la que ponderaba lo fácil que le había resultado "el viaje en el tranvía ribereño que esperamos enlace algún día a Sevilla con los poblados nuevos Rincón de los Lirios y Alfonso XIII, y continúe luego hasta la playa de Matalascañas cercana, necesaria y espléndida, que Sevilla tendrá a su servicio si se decide a conseguir el gran futuro que merece". ¡Pobre José Andrés! No sabía que ese gran futuro, prometido por todos los gobiernos y ayuntamientos desde la Restauración hasta hoy, nunca llegaría.

Una década más tarde, en 1961, se anunciaba: "La playa de Matalascañas va a ser una realidad". Según el Departamento de Promoción Turística de Huelva, sería una urbanización modélica y respetuosa con el entorno. Tururú. En 1967 Playas del Coto de Doñana S.A. empezó a vender parcelas a partir de 300 pesetas el metro cuadrado. Cuando el proyecto se presentó en el Alfonso XIII se anunció como "una de las mejores realizaciones turísticas de Europa". Tururú otra vez. ¡Andalucía eterna de promesas incumplidas! Para los franquistas, Matalascañas sería una de las mejores urbanizaciones europeas como para los socialistas del 92 Andalucía sería la California del sur de Europa.

Así nació la primera Matalascañas, la de los alemanes y las tiendas de alimentación que ponían Lebensmittel, la que tal vez nunca debiera haberse edificado por respeto al Coto, pero por lo menos estaba bien urbanizada y obligaba a construir los pisos tierra adentro, la que fue declarada Centro de Interés Turístico Nacional en 1969. En la siguiente década, no recuerdo si bajo dictadura o en democracia (y me temo que poco importe), se arrasaron las dunas gigantes para construir bloques de pisos en primera línea de playa. Ahora el Ayuntamiento de Almonte quiere remediar en lo posible aquel y otros desastres con el nuevo Paseo Marítimo: Ocnos trenzando lo que el burro se come. Le deseo lo mejor, como veterano matalascañero que soy. Pero veo difícil deshacer el entuerto.

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