ABRO el periódico por la sección de economía y con lentitud, con más atención de la habitual -es domingo, el tiempo parece transcurrir de otra manera, hay silencio en la calle- observo las gráficas que intentan mostrar de manera visual, instantánea, cuál es el estado de la situación laboral, financiera. La noticia se encabeza con el titular: "España pierde dos mil puestos de trabajo al día.". Uno de los gráficos -en horizontal los años, desde el 2001; en vertical el número de parados- parece el dibujo de una etapa de montaña del Tour de Francia. Desde el curso 2001 al 2007 la línea se muestra plana en torno a los dos millones de desempleados. De pronto, para finales del 2007, el perfil comienza a elevarse con porcentajes que, de ser ciclismo, se antojarían imposible de pedalear. Rebasamos los tres millones, los cuatro, los cinco y nos dirigimos a los seis. Todavía no se sabe dónde está el final de etapa. Al lado, en otro gráfico, y con un secuencia temporal idéntica, se muestran los afiliados a la Seguridad Social. La inclinación, aquí, es otra, claramente descendente. De un número que rozó los veinte millones en 2007, con casi dos empleados y medio por cada pensionista, hemos pasado a dieciséis millones y medio de cotizantes -una sangría explosiva- sin que lleguemos ya a dos empleados (1,98) por jubilado. Así las cosas, quienes todavía crean que el sistema de pensiones es sostenible a medio plazo (no más de cinco años) es que viven en el País de las Maravillas.

A la vez que observo esos dibujos, leo en una de las delirantes secciones del semanario El Jueves (Seguimos indignados) que la cantidad que va a invertir la Comunidad de Madrid en la candidatura olímpica de Madrid 2020 (530 millones) es exactamente la misma que se pretende ahorrar con los recortes de Sanidad en la misma Comunidad. He de leer dos veces la noticia para creérmela.

Y me pregunto: ¿Cuándo fueron los últimos Juegos Olímpicos de Suecia? ¿Y de Noruega? ¿Y de Finlandia? ¿Y de Dinamarca? Recordemos que los de nuestra admirada Alemania tuvieron lugar en 1972. ¿Vamos a ser, en situación de quiebra técnica, el único país europeo en organizar dos Juegos Olímpicos en los últimos cincuenta años? ¿Nos lo podemos permitir? Seguro que no: ni la promoción absurda de la intentona -¿Cuánto costó a Sevilla la famosa candidatura olímpica? ¿Cuántos viajes, cuántas dietas, cuántas comidas con esa excusa etérea?- ni desde luego la organización faraónica de tales fastos.

Pero es probable que cada pueblo tenga lo que se merece. Coda: por supuesto que no, que a pesar de reconocer la financiación ilícita de su partido, Durán no dimite. Eres un artista.