Olona y su verde cacería

EDITOR DE LA 'REVISTA MERCURIO'

En su crónica sobre el estilismo de quienes aspiran a gobernar en San Telmo, la compañera Pilar Larrondo, recurriendo a la experta María Francés, nos dice que el color verde, asociado a la enseña andaluza, es el tono que predomina en Juanma Moreno, Teresa Rodríguez y Macarena Olona.

Disculparán las molestias, pero la bandera andaluza siempre nos ha parecido insulsa y poco o nada fraternal. Blas Infante, tan admirado por Vox, optó por el blanco por ser el color naif de la paz, mientras el verde, al parecer, lo escogió por remitir a las mujeres de la Comuna de su pueblo de Casares durante la invasión francesa (se vincula también a una taifa de Almería bajo el reinado de Al Mutasim).

Simbología aparte (verde Afrodita, verde islámico, verde Espíritu Santo), hubo un tiempo en el que este color era asociado al infortunio. "Estoy dispuesto a huir al fin del mundo con tal de huir del verde", dirá Schubert. Más tarde se vinculará al azar y a lo tornadizo (de ahí el color verde de los tapetes en los juegos de apuestas). Hoy por hoy este color se asocia casi en exclusiva al pastoralismo de lo verde y a la divisa contra el cambio climático.

Juanma Moreno, ese yerno perfecto, usa un verde presidencial, reflejo de su andalucismo tranquilo, incluso pánfilo. Teresa Rodríguez es la que más hace uso del verde, pero en plan batidora: verde omeya, verde Blas Infante, verde ecología, verde lorquiano, verde nacionalista e, incluso, verde Betis (para alegría añadida del sevillismo tras los funerales de la última Copa del Rey). Respecto a Macarena Olona y a su verde Vox ("frescura, vida y esperanza" según sus creativos), el verde cacería es uno de sus tonos favoritos. Va acorde con la defensa que de la caza ha hecho Vox, en oposición frontal al animalismo histérico, que ha ido más allá de su oposición a la supuesta tortura del toro de lidia.

El cartel electoral de Olona, ese que ahora vemos en las calles (no sólo en su bastión de Los Remedios), está compuesto en tonos verdecientes. La candidata, que parece más sudada que enfoscada, luce camisa como de gasa con motivos de camuflaje. Un guiño estilístico a la caza, que Vox fija como otro hábitat de lo español.

Sin Miguel Delibes el orbe de la caza nos provoca rechazo y sopor. Sólo nos remite a la vieja armería Zulategui de calle Sierpes, donde un lejanísimo día compramos una escopeta de balines. Pronto la depositamos en el arcón de las novelerías superadas. La creíamos olvidada. Pero Macarena Olona, Diana cazadora, nos ha abatido por la espalda con su atavío de camuflaje. Otra razón más para no votarla.

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