Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

Oportunidades

La pandemia ofrece a Espadas la opción de agarrarse a la Alcaldía sin otras explicaciones

De 2020 hablarán los libros de Historia en un capítulo muy destacado. El año que cambió nuestras vidas probablemente también altere la trayectoria política de la ciudad. Antes de la pandemia, el día que Juan Espadas metió la pata hasta el fondo diciendo aquello de que para suspender la Semana Santa la OMS tenía que hablar con el alcalde de Sevilla, ya en su equipo muchos aseguraban que el socialista aspiraría de nuevo a la Alcaldía, por mucho que los medios, no sin argumento, nos empeñáramos en proclamarlo aspirante a la Presidencia de la Junta de Andalucía.

Bromear no es su fuerte y lo peor fue intentarlo con algo sin gracia y que nadie sospechaba entonces, cuando todavía sonaba a un virus de Wuhan, que tendría tal dimensión. Pero lo cierto es que perdió la oportunidad de callarse y de mostrar prudencia, la misma con la que actuó el gobierno municipal en los primeros momentos de la crisis. Probablemente, sin ella y sin el paso firme y la experiencia demostrada por ese gabinete político, Sevilla no habría podido contener la depresión social que se le echó encima.

Un día lluvioso de abril durante el confinamiento, tras acompañar al alcalde durante toda una jornada de trabajo, en la soledad del Consistorio no pudo reprimir su lamento: "¡Qué pena! Con el momento en el que estábamos...". Quizás no se refería sólo a la ciudad, que logró brillar con acierto en el mapa del mundo, sino a su propia situación. El coronavirus relegó al último plano las batallas políticas y elevó al cuadrado el reto de Espadas y de todos los alcaldes. Pero a él tal vez le puso en bandeja la oportunidad de justificar sin artificios su enrocamiento a la Alcaldía después de haberse adelantado inútilmente asegurando que no estaría más de dos mandatos y también de haber dado pasos en falso en el plano orgánico demostrando por cierto una gran habilidad en el juego en el patio de un partido con un liderazgo pisoteado.

Ahora más que nunca tiene la oportunidad de dejar su sello en una ciudad donde su marca es poco tangible, aunque está impresa con éxito en líneas estratégicas, nuevos talantes y formas de gestionar. Espadas ha puesto los pilares de una nueva Sevilla que debe apuntalar y para lo que necesita, sin duda, colaboración privada. Y éste es el momento. Hay entendimiento, disposición para remar en el mismo sentido y dinero de Europa. Muchos millones que pueden transformar ideas que han nacido, muerto y revivido en las últimas décadas. El desafío es convertirlas en proyectos capaces de atraer la financiación. Y eso tampoco es tarea fácil, es una prueba de fuego.

Espadas se ha echado para delante en Bruselas, donde se ha convertido en un referente del municipalismo metiéndose con soltura un lobby que, bien llevado, puede dar mucha ventaja a Sevilla. Y a él mismo. Las lenguas maliciosas dicen que lo hace para eso, para garantizarse una buena salida el día que deje la Alcaldía. Sea así o no, ahora tiene otra oportunidad, la de dejar su legado con la única prisa de sacar a flote la ciudad que quedó congelada. Cualquier otra batalla hoy es más incierta que nunca.

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