ERA ya domingo noche y ya se sabe cómo cuando el domingo se acaba llega la mohína que siempre acarrea la proximidad del lunes. Calles desiertas, bebederos cerrados, motivos todos para la tristeza, pero hete aquí que en estos domingos de novillada en el primer templo a Tauro, el Arenal se viene arriba y hasta resulta complicado hacerse un hueco en cualquiera de sus barras. Es ésta una de las caras positivas que tiene la fiesta de los toros, que genera riqueza y algo más importante, optimismo y que la cercanía del marrón del lunes no agobie demasiado. Se ha visto claramente tras las últimas novilladas que hubo en el Baratillo. Una zona tan saturada de bebederos como es la del Arenal, colmada hasta la mismísima corcha al conjuro del espectáculo taurino. Todo lo contrario que en esas noches de domingo sin festejo en la Maestranza, conque algo tendrá el agua...