EL caso de los maletines en Mercasevilla ha servido para destapar la descoordinación en las filas del PSOE, que parece funcionar en plan reinos de Taifas. Recapitulemos. Dos militantes socialistas de la agrupación de la Macarena (la Macarena tenía que ser) que ocupan puestos de dirección en la empresa municipal Mercasevilla son denunciados por la Junta ante la Fiscalía por exigir, presuntamente, el pago de comisiones a un hostelero. El alcalde, informado del caso, ordena que cesen en sus cargos, pero sólo lo hace uno de ellos. ¿Por qué? Al otro, colmado de elogios pese a la sospecha de corrupción (se les habría hecho una grabación audiovisual en plena exigencia de la mordida), se le permite aparecer ante la opinión pública poco menos que como un héroe (en la cumbre del éxito decía que lo dejaba todo por cuidar de su padre y su suegro, muy enfermos). Cuando al edil del PP, Gregorio Serrano, se le calienta la boca en un Pleno y alude a que hay empresarios a los que se le pide dinero por hacer negocios en Sevilla, el gobierno local, en vez de ponerse a mirar al techo con disimulo, sigue con su farsa: se hace el indignado y exige al concejal que se retracte de la acusación so pena de llevarlo a los tribunales. Se precipitan los acontecimientos y se filtra la investigación judicial en curso. Escándalo. Sólo entonces el Ayuntamiento reconoce que lo sabía todo, pero que se calló "para no poner en peligro las pruebas que existían". ¿Qué peligro, si las pruebas las había aportado el empresario y las tenía ya la Fiscalía? La ocultación afectó hasta al propio PSOE provincial. Inaudito. ¿Es normal que Viera se tenga que enterar por la prensa? Y luego sale Velasco, el secretario regional de Organización, y dice que no es obligatorio que la Administración tenga que informar al partido. El mundo al revés. ¿Quién manda en quién, el partido sobre la Junta y el Consistorio o viceversa? Y en esto, Celis, que dice que hay que expulsar cuanto antes a las "ovejas negras". ¿Y por qué no las expulsaron ipso facto? Respuesta: porque no querían pagar el coste político del escándalo antes de las elecciones, fiados a la lentitud de la Justicia. Por eso los pastores municipales dejaron que las ovejas negras siguieran en el rebaño como si fueran blancas.

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