LA venta de Isla Mágica a un grupo francés especializado en la gestión de parques temáticos es una buena noticia para la ciudad porque permite asegurar la viabilidad de un activo turístico que estaba en trance de desaparecer y lo es también para la entidad financiera, La Caixa, que poseía la mayor parte del capital y que había expresado en diversas ocasiones su voluntad de salir de un negocio que nunca ha sabido dar con la tecla de la rentabilidad. Isla Mágica era para la que es ya la primera entidad financiera de Sevilla parte de una herencia de difícil digestión recibida tras la absorción de Cajasol y, lógicamente, estaba muy lejos de ser una prioridad para ellos. La venta, que La Caixa ha hecho posible tras asumir una deuda de 30 millones de euros, supone una inyección de oxígeno para Isla Mágica que asegura, por lo menos a corto plazo, su futuro y que, a partir de que se cierren los últimos flecos, estará en manos de especialistas en la gestión de este tipo de complejos recreativos. El parque es un activo a conservar para consolidar una oferta turística que Sevilla tiene la obligación de cuidar porque tiene que jugar un papel de primer orden en la salida de la crisis. Lo que tiene que hacer ahora Isla Mágica es no repetir los errores del pasado.

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