Son los PGE, estúpidos

España es una especie de todos contra todos, porque son los PGE, estúpidos, ¿me copias?

Pedro Sánchez va a hacer de menos al que popularizó the economy, stupid. Viene de las elecciones USA (1992) en las que Clinton venció a Bush padre. Se debe, al parecer, a un lema de la campaña del primero atribuido a James Carville, estratega de los demócratas. Mi reino por unos PGE es la clave interna en la que se mueve este Gobierno, casi como la idea-motriz de Ricardo III, el drama de Shakespeare. Pero, como todo, el éxito está en llegar más allá de lo que es la mayoría parlamentaria que ha hecho al socialista presidente del Gobierno de España. En definitiva, ahí va el gasto y ahí va la deuda. Y los modos de recaudación, y los lugares de inversión, y la financiación. Se trata definitivamente de "la política".

Porque de cada concepto imaginen todo lo que se deriva. Y está claro que aquí todos tiran para su lado: dentro de cada autonomía, cada provincia; dentro de cada provincia, cada comarca y cada pueblo; es de nuevo el conocido qué hay de lo mío, más que el ¿esto quién lo paga?, pues paga España, donde el dinero no es de nadie, ¿no?

Los Presupuestos Generales del Estado son la Política, está claro. Y la Política en tiempos de pandemia y de Sánchez es esto, de lo mío qué hay. Es que se unieron quienes se unieron para echar a Rajoy y al PP, pero como el chiste, hasta que la muerte nos separe, ni un día más. Así el PNV, que se ha puesto muy serio con Sánchez por las cosas de Iglesias, y Arrimadas está como de puntillas, que no se fía nada, y los barones del PSOE están casi irredentos, y los Republicanos de Cataluña siguen en la jactancia, y Bildu…

España es una especie de todos contra todos, porque son los PGE, estúpidos, ¿me copias? Pues argumentos cruzados, diversidad de mensajes, por dinero baila el perro. Gobernar así es un suplicio, con los PGE de Rajoy-Montoro. Como una venganza de la Política. Además de un imposible metafísico: ni había pandemia entonces, con su crisis pavorosa, ni esta coalición, con el perfil del coaligado principal, llave del rompecabezas de aquella votación en el Congreso de los Diputados que terminó con un abrazo público, de la vigilia contra el sueño. O la pesadilla. Más o menos. De lo mío qué y de los demás cuánto. Y cuándo. Porque eso es otro, el cuánto hay que cruzarlo con el cuándo, sacarlo del algoritmo al que más se parece cada día Pedro Sánchez, un algoritmo naturalmente secreto y cuya clave puede que sólo tenga Iván Redondo. Son los PGE, estúpido. Sin duda.

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