Punto de vista

José Ramón del Río

jdel35@hotmail.com

El PP elige a su líder

El presidente Rajoy renunció a designar con el dedo a su sucesor, pero el 'delfín' Feijóo no ha seguido su ejemplo

ésta es la segunda ocasión que el partido que fundara Fraga, con el nombre de Alianza Popular y que en 1989 cambió su denominación por la de Partido Popular, celebra elecciones para elegir a su presidente. Este fin de semana, 3.000 compromisarios deberán elegir entre Soraya Sáenz de Santamaría, que fue vicepresidenta del Gobierno que presidía Rajoy, y Pablo Casado, diputado y miembro del Comité ejecutivo.

Si por más democracia el presidente del partido renuncia a la facultad que tenía según los estatutos de elegir a su sucesor, parece contradictorio que después de proclamados los candidatos, presentados sus respectivos programas y hecha por cada uno su campaña, cargos importantes del partido muestren públicamente sus preferencias. El colmo me parece que el presidente de Galicia, Núñez Feijóo, consideradoel delfín, diga -o le hagan decir- que se inclina por uno de los candidatos, con el aporte de votos que esto supone para el beneficiado. O sea, que el presidente renuncia a designar con el dedo, pero el delfín no sigue el ejemplo.

Los precedentes en otros partidos de estas elecciones de primer nivel han causado sorpresas, en el sentido de que no gana el favorito. Así ocurrió en el PSOE en el año 2000, cuando se eligió a Rodríguez Zapatero, prefiriéndolo los votantes socialistas al favorito José Bono y, luego, en la pugna por la Secretaría General de ese mismo partido entre Pedro Sánchez y la presidenta andaluza Susana Díaz, tampoco se eligió al favorito en las encuestas. Que con frecuencia pierda el favorito en las encuestas no es ninguna desgracia, sino una posibilidad del sistema y, por tanto, nada más que constituye un error en el pronóstico, que no invalida el sistema.

Pretende Casado si sale elegido convocar una convención para el rearme ideológico del partido, a fin de atraer los votos de C's y Vox. Soraya quiere que el PP recoja los votos de un centro derecha moderno y flexible, con un partido participativo y territorial. El argumento discordante ha sido ese vídeo donde se pretende decir que no puede haber renovación en el PP con Soraya, a la vista del talante que se les supone a los que supuestamente la apoyan. Claro es que el vídeo no se detiene analizar el talante de otros que han declarado su preferencia por Casado. No es ese vídeo una demostración del juego limpio que, dicen, debe existir en la política. En España para ser elegido se necesita no sólo no caerle mal al que elige, sino que también no nos caiga mal aquel que ha mostrado sus preferencias por uno de los candidatos.

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