EL voto en Andalucía será más decisivo que nunca para el PSOE el próximo 26 de junio, si quiere evitar el amplio sorpasso que vaticina el último barómetro del CIS. Si Susana Díaz no logra frenar junto a su equipo de campaña el ascenso de Podemos y los socialistas se ven superados in extremis, y aunque sea por un solo escaño por los populares, Pedro Sánchez se puede ir despidiendo de la idea de darle la vuelta a las encuestas. Si, por el contrario, la presidenta andaluza logra movilizar el voto oculto entre la militancia y los simpatizantes y aguanta el empuje de unos y otros, tal vez el PSOE pueda mantenerse como primera fuerza de la izquierda. En este contexto, la campaña se presenta más interesante que nunca por ver si se mantiene el ascenso de Podemos en Andalucía y el empate técnico entre PP y PSOE, ya que de los resultados andaluces depende el futuro de la política andaluza y la española. Si la líder del PSOE andaluz pierde finalmente en Andalucía y Pedro Sánchez obtiene unos resultados aún más pobres, parece cantado que los socialistas estarán llamados a reinventarse. La imagen de la primera se vería erosionada y el futuro de Sánchez se fundiría a negro la misma noche electoral, tras conocerse los resultados.

Para romper el empate con el PP, alzarse con la victoria y distanciar aún más a Podemos, la secretaria general del PSOE-A se ha tomado esta campaña como si le fuera la vida en ello. Los socialistas ya ganaron hace apenas cuatro meses, aunque por un estrecho margen, y ahora no les queda otra que pelear cada voto palmo a palmo. En caso de confirmarse el peor escenario para el PSOE, estaría por ver, en cualquier caso, si Díaz aceptará el reto de tratar de liderar la refundación de un partido en sus horas más bajas u opta por mantenerse al frente del PSOE andaluz para culminar su proyecto. De lo que no hay duda es de que ésta será la campaña más reñida que recuerdan los socialistas.