LOS técnicos de Cultura han dictaminado lo obvio salvo para el que no quiera rendirse a la evidencia: "no prevalecen valores relevantes desde el punto de vista artístico, tecnológico o arquitectónico" que aconsejen la incoación de declaración de Bien de Interés Cultural para el pabellón de la Santa Sede en la Expo. Así pues, Cepes, que compró ese suelo para su nueva sede, ha obrado correctamente al demolerlo conforme a la licencia otorgada el día 8 por el Ayuntamiento. Y si Cepes va a edificar allí su sede es porque previamente presentó su proyecto y obtuvo el plácet de Cartuja 93, donde radican todas las Administraciones Públicas que velan por la reutilización del legado de la Muestra. Como siempre, tarde y mal, se genera una estéril y gratuita polémica en cuanto se derriba un inmueble en la isla cuando en los 16 años transcurridos desde el 92 nadie se ha preocupado de su suerte. Cabe recordar que, salvo en el caso de los pabellones temáticos (Navegación, Futuro, Descubrimientos) y de alguna excepción más (pabellón de España), ningún pabellón de la Expo tenía carácter permanente, porque por el propio Reglamento de la Exposición todos eran efímeros. ¿La razón? El Reglamento obligaba a que los Participantes demolieran sus inmuebles para no cargar con ese gravamen a España. A posteriori fueron indultados, con la anuencia de nuestro Gobierno, aquellos pabellones (Fujitsu, Siemens) que suscitaron un interés empresarial para su reutilización. Otros que se salvaron han sido demolidos luego sin que nadie se rasgara las vestiduras (Austria, Alemania, Tierras del Jerez) para alzar edificios de nueva planta, como ocurrirá ahora con el del Vaticano, cuyos rectores, por no pagar, ni pagaron la preceptiva demolición ni los cánones de suelo, hasta el punto de que la Sociedad Estatal hubo de provisionar todas las pérdidas que ha generado en la isla. Por más que Montaño diga que fue "uno de los más recordados" (¿?), este tétrico y feble pabellón a base de cristales tintados pasó con más pena que gloria. Que fuera alzado para la Expo (también lo fue el pésimo de la Promesa) no es razón suficiente para librarlo de la piqueta.

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