El balcón

Ignacio / Martínez

Parar y pensar

PARAR y pensar antes de seguir recortando los presupuestos. Lo ha planteado esta semana María Jesús Montero, consejera de Hacienda. Ha dicho exactamente que lo importante no es quién hace los recortes, sino qué políticas se realizan. O sea, analizar qué queremos hacer antes de seguir desmochando los recursos que ponemos a disposición de las administraciones públicas

En la escabrosa guerra por el control del déficit que libra el ministro de Hacienda con las autonomías se ha encontrado con varios plantes. El de Andalucía era esperable, porque es territorio político adverso, pero también ha recibido el ministro fuego graneado desde distintas trincheras amigas. A la última vuelta de Montoro al torniquete para detener la hemorragia de fondos públicos ha respondido la consejera con una negativa rotunda y un principio sensato: consensuar el futuro y blindar la financiación de los servicios esenciales.

El ministro es especialista en señalar culpables con el dedo. Primero fueron los actores y artistas, acusados de evasores al tiempo que se hacía una amnistía fiscal. Después fue uno de los fundadores de Podemos. Al final hasta se ha atrevido con Esperanza Aguirre y el mismísimo Aznar. Un hombre que se mueve respaldado La Verdad y La Razón se atreve con todo. Ahora pretende que sean las regiones las que ajusten los desahogos contables y fiscales que se había permitido el Gobierno en su precipitada aprobación del presupuesto de 2016.

Las cuentas que ahora hay que modificar estaban maquilladas para ocultar el déficit real de cara a las elecciones del 20 de diciembre. El desvío presupuestario de 2015 entre lo aceptado por la UE y el realmente conseguido supone un agujero de 10.000 millones de euros. Total, que el ministro le pide a Andalucía que le dé un tajo a sus presupuestos de 2016 de 600 millones. Y ahí surge la reflexión de la consejera.

De pronto, una sensatez en el escenario. La sensatez es virtud que escasea entre los políticos, tan aficionados a la propaganda y el narcisismo. J. G. Salinger, sostenía que lo que distingue al insensato del sensato es que el primero ansía morir orgullosamente por una causa, mientras que el segundo aspira a vivir humildemente por ella. La Verdad y La Razón suelen traicionar a sus fundamentalistas seguidores; los vuelve soberbios y ridículos. Le pasa también a Pablo Iglesias.

A España le falta desde que empezó la crisis un gran debate en el Congreso sobre qué hacer y con qué dinero. Pero también falta ese debate en el ámbito andaluz. Blindar salud, educación o dependencia está muy bien. Pero decenas de miles de empleados regionales en agencias, fundaciones o empresas públicas no pasarían una auditoría rigurosa que analizase su utilidad y eficiencia. En paralelo, se han despilfarrado fondos europeos. Y mientras eso ocurre, se recorta en lo esencial. Parar y pensar, un buen argumento para la próxima campaña electoral.

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