Fede Durán

Pardillos sometidos a la macroeconomía

LA crisis está colapsando el sistema habitual, consistente en el culto a la estupidez sin contenidos. Los políticos se insultan menos estas últimas semanas, abrumados por las dimensiones de un problema donde las cifras y porcentajes, los conocimientos técnicos o la perspectiva histórica juegan el impagable papel de brújula o astrolabio. Ellos, como muchos de nosotros, se limitan a verlas venir. Los días transcurren más apaciblemente así.

Sólo un grupo de irreductibles comandados por Solbes y acuartelados en su Ministerio resiste el oleaje en busca de la fórmula salvadora. La premisa, según los diarios hermanos y rivales, es copiar todo lo que haga EEUU pero adaptándolo a la particularidad hispana. Después de leer a Krugman el fin de semana, me pareció entender que el bailout [plan de salvamento] estadounidense nace repleto de agujeros, prácticamente sin virtudes terapéuticas, como una especie de prolongación agónica. La salvedad, dicen nuestros guías, es que el Gobierno compra activos limpios. Se trata de darle vidilla al sistema, de evitarle miedos innecesarios al particular o la empresa.

Recuerdo la secuencia por reciente. Primero no había crisis; después la había pero chiquita; finalmente resulta que estamos mal pero mejor que los demás por todo aquello de los cimientos sólidos, la poderosa banca, la salud de las cuentas públicas (aunque ya no haya superávit) y la disposición de Zapatero a superar los obstáculos por enormes que parezcan. Muy bien. Saldremos de ésta y de la de más allá. Se supone que lo hemos comprendido: nada de vicioso ladrillo en adelante. ¿Qué más da que el origen del problema siga ahí? Los ayuntamientos necesitan pasta, muchos caciques municipales también, y la verdad es que cuesta imaginarlos invirtiendo en I+D para seguir forrándose. Algo se les ocurrirá.

Si el político anda ensimismado por la dimensión filosófica del conflicto, el ciudadano las pasa canutas más bien por su vertiente material. La mayoría comienza a convencerse de que esa parte psicológica de toda recesión se ha transformado ya en un gigante con pies, cabeza y un formidable mazo dispuesto a percutir. Lo ven en la casa y el trabajo: recortes, recortes, recortes.

Será lo último en lo que piensen actualmente, pero, de celebrarse mañana otras elecciones, ¿a quién votarían? Vean lo que ocurre en EEUU: una vez localizado el verdadero marrón, los aspectos secundarios se olvidan. Los americanos prefieren a Obama porque transmite más conocimientos económicos. Que se relacionara con tal o cual pastor radical, que su abuelo fuese musulmán o que su piel sea de un tono equidistante entre la oscuridad y la palidez son meras anécdotas. Me temo que en España la cosa no estaría tan clara. Rajoy se aferraba al jarabe de Rato como si fuese una pócima cuando hasta hace poco acusaba a Solbes de haberse limitado a copiar a su predecesor. Lo óptimo es asumir que nada cambiaría con unos u otros al mando. En el fondo, sólo somos unos pardillos sometidos a los vaivenes macroeconómicos.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios