Decíamos ayer que en la cita de San Mamés partía uno como claro favorito y ese era el Sevilla. Y así parecía confirmarse a través de un soliloquio en el que sólo hablaba la tropa de Lopetegui, pero pierdes un metro, luego otro y acabas metido en el regazo de tu portero. Lo cierto es que lo que transcurría como un plácido entrenamiento con puntos en juego se volvió como un calcetín para que el favorito encajase una derrota dolorosa.

Todo empezaba como a pedir de boca. Recién roto a sudar, con el Sevilla adueñado del balón y de los espacios, En-Nesyri, en colaboración con Yeray, abría el marcador y aquello iba transcurriendo según el guión que se atisbaba en el avant match. Impermeable atrás, poderoso en la zona central con un participativo Jordán por delante de ese triángulo de seguridad que forman los centrales y Fernando más la verticalidad de Navas y de Acuña, aquello no tenía color.

Era un partido que parecía visto para sentencia, Bono disfrutaba de la agradable tarde bilbaína y daba la impresión de que sólo había que esperar a que el crono hiciese su trabajo. Pero a media hora del final, el Sevilla fue perdiendo tensión y los cambios de Lopetegui sólo servían para ir oscureciendo el panorama. Hasta cinco cambios hizo Lopetegui, tres antes de la catástrofe y dos en busca de intentar arreglar el sorprendente desaguisado que se le vino encima a su equipo.

El Athletic no está para mucho, esa es la realidad, pero jugando media hora en campo del rival, metiendo balones continuamente a la olla, puede pasar de todo. Y lo malo es que pasó lo peor, que cuando Muniaín hace el empate a un cuarto de hora del final parece que ese va a ser el mal mayor, pero el partido se traía otra sorpresa en la bocamanga para que el recién salido Sancet volcase el resultado y todos los pronósticos. El Sevilla iba de favorito y así parecía, pero...Uz