De París a Sevilla

Los ricos han iniciado una campaña de donaciones. Ese mecenazgo nos debe dar envidia sana en Sevilla

El Lunes Santo de 2019 será recordado como el día en que ardió la catedral de Notre Dame de París. Era (es y será) mucho más que una catedral: un símbolo de la cultura cristiana europea, un referente del gótico, además de ser el monumento más visitado de Europa. En una ciudad como Sevilla, que tiene otra de las mejores catedrales del mundo, se entiende y se siente la magnitud de la catástrofe. Estamos en una ciudad barroca, pero también gótica. A la hora en que salía el misterio del Traslado al Sepulcro (en el que Ortega Bru recreó y personalizó la mejor imaginería neobarroca) se conocieron las noticias de Notre Dame y se vieron imágenes espantosas.

La Semana Santa siguió. Con apariencia de normalidad, pero con un sufrimiento interior. Francia ha asumido este suceso como una catástrofe nacional, mientras que en Sevilla lo miramos con estupor. ¿Y qué hubiera pasado si algo similar ocurre en España? En general, Francia es un país más avanzado, pero en la prevención de siniestros como este no se ha notado.

Aquí lo primero hubiera sido buscar culpables. El típico chivo expiatorio. Extenderían sospechas, ya que no se explicó de inmediato cómo se puede declarar un incendio de tan colosales proporciones en unas obras, cuando no había obreros trabajando ni echando chispas. Se culparía a los canónigos y el arzobispo de París por no tener un plan de prevención de incendios eficaz. Se diría que losBomberos llegaron tarde y estuvieron torpes hasta pasada más de una hora, cuando Notre Dame era un coloso en llamas.

En Francia, ese país al que los ateos locales ponen de ejemplo del laicismo, han reaccionado de otro modo. Con el presidente Macron a la cabeza, han ensalzado sin fisuras a Notre Dame como símbolo del catolicismo y la cultura europea. Francia, ese país laico, sabe que su cultura tiene un origen cristiano del que se deben sentir orgullosos. Ojalá que no lo hubiera olvidado, ni arrinconado en los templos. Es el país de Europa donde hay más ataques vandálicos y daños intencionados en las iglesias, lo que se ha silenciado en estos días por no establecer insinuaciones.

Los ricos han iniciado una campaña de donaciones para la reconstrucción. Ese mecenazgo nos debe dar envidia sana en Sevilla. Aquí las pasaron canutas para la ejemplar reconstrucción de Santa Catalina. Aquí los bancos han dejado de ayudar al patrimonio, como si les diera vergüenza, y la Junta ha mirado para otro lado. Grandes catetos. En eso tenemos mucho que aprender de Francia. Las llamas del fuego no podrán con Notre Dame de París.

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