SE va Carlos Amigo Vallejo bajo palio de la sociedad civil (hasta la asociación de gays y lesbianas Colegas le despidió ayer con merecidos elogios). Se va Bill Clinton tras llevárselo calentito en la CEA toreando de salón la crisis económica que en su tierra no tiene ni de lejos el 25% de paro que aquí nos estilamos. Y como penitencia por quedarnos compuestos y sin galácticos, se gesta una huelga de mayoristas en Mercasevilla para la próxima semana, probablemente el jueves. Cuando monseñor Asenjo pidió a los fieles que recuperen la práctica del ayuno era para la Cuaresma. Pero en la agrupación de mayoristas de pescado son tan devotos que en noviembre quieren probar con un paro patronal para forzar a los minoristas de Sevilla a que sus clientes opten entre comer las reservas congeladas de días anteriores o que se enteren de que en Mercasevilla hay tomate y marrores para ayunar todo un año santo.

En Mercasevilla hay más pesos que balanzas. El peso de la Justicia imputando a Castaño, muy ligado al Ayuntamiento en los tres mandatos de Monteseirín. Y el peso de las deudas, artificios contables y trapacerías que ha descubierto el nuevo director de la empresa, Jordi Maymó, e influyen de modo soterrado en las maniobras ejercidas contra él para que el alcalde se defienda de la tinta de calamar cobrándose otra cabeza de turco por razones muy distintas a las de Mellet y Ponce. De consumarse el paro patronal de la próxima semana, dará que hablar en los bares y peluquerías tanto como de los impuestos de Cristiano Ronaldo e Ibrahimovic, la maniobra de distracción de la temporada otoño-invierno. Porque los mismos partidos políticos que quieren apretarle las clavijas al despelotado fútbol son los que llevan cinco años sin querer ver este fuera de juego.

Pasa la vida, y recordaré a Carlos Amigo en una atardecida de Nochebuena en 1991 con los ancianos del asilo de las Hermanitas de los Pobres. Con todo lo que nos falta y nos sobra en este mundo tan mal repartido.