PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Pasa la vida: 'Puerto: zona franca para robar'

TODOS los responsables de edificios, instalaciones, infraestructuras, materiales, construcciones en marcha, iglesias o almacenes están más que avisados sobre el creciente saqueo en busca de cualquier cosa convertible en dinero. Todos han visto informaciones que impactan sobre la envergadura que está adquiriendo la ola de robos. No sólo dañinos por lo que se llevan, sino por lo que destrozan. De ahí que el reportaje de nuestra compañera Ana Sánchez Ameneiro sobre el saqueo en la antigua esclusa deja en muy mal lugar a la Autoridad Portuaria. Demuestra que ni ejerce la autoridad que se le presupone sobre sus instalaciones, ni le tiene amor portuario a su patrimonio. Que esté en desuso no le exime de su responsabilidad con el pasado, el presente y el futuro de la Historia de Sevilla.

Cuando políticos y empresarios propusieron sin éxito que el Gobierno de la nación otorgara al Puerto de Sevilla el rango de Zona Franca, no pensaban convertir la dársena portuaria en zona franca para robar. Ni querían emular la corrupción que se perpetró desde los despachos de la Zona Franca de Cádiz. Cuando desde el Ayuntamiento de Sevilla y la Junta de Andalucía se prometen, antes de cada cita electoral, acciones para convertir el río en un eje turístico de la capital andaluza, no pensaban en paseos fluviales para que los visitantes contemplen el abandono sobre un muelle del Puente de Alfonso XIII, ni para que conozcan de primera mano la rapiña en el Puerto.

Hace falta de inmediato en Sevilla una cumbre de seguridad, presidida por el alcalde y por la delegada del Gobierno, e involucrar a todas las autoridades y a los representantes de muchos sectores en riesgo. Ya es suficiente dolor e indignación el causado por la crisis, para que se le añada el escarnio de la devastación irreparable. Y el plus de indignación por el abandono de documentos por parte de servicios administrativos de la Junta, incumpliendo el deber de custodia o destrucción. Impresentable.

Es obligatorio prevenir. Porque el acoso irá a más. Tanto en los edificios en desuso como en los que no tienen actividad las 24 horas de los siete días de la semana. Cualquier lugar puede ser objetivo: los clausurados astilleros, los antiguos cuarteles, templos desprotegidos, el auditorio de la SGAE, la monumental Fábrica de Artillería, polígonos industriales, campus universitarios, estaciones de abastecimiento...

Hay que saber tramar una malla de soluciones combinadas. Incluyendo la cesión provisional de los espacios que se quedan sin uso, aunque sea para fines distintos o en apariencia estrambóticos. Agucen el ingenio. La mejor defensa es promover actividades y espantar el vacío. Esto también concierne a la Fundación del Patrimonio Industrial y a la Facultad de Historia. O nos ponemos las pilas o se llevan hasta las lápidas del cementerio.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios