EN noviembre de 2011, el delegado municipal de Economía, Gregorio Serrano, anunció la organización en Sevilla de un congreso europeo sobre regeneración de espacios industriales. Es el colofón del proyecto B-Team, impulsado por la Comisión Europea, y se ha celebrado esta semana. Hace un año, Serrano explicitaba que era obra del ente municipal Sevilla Global, aunque obvió su datación en tiempos del anterior Gobierno local. Cuando ha llegado el día D y la hora H de ese congreso, inaugurado por el alcalde Zoido, el Ayuntamiento anfitrión ha omitido cualquier referencia a Sevilla Global, que va a ser disuelta y liquidada, con la mayor parte de sus trabajadores camino del desempleo.

Es lógico que en el almuerzo para 60 comensales, teniendo a su vera a representantes de ciudades como Belfast, Katowice, Budapest o Praga, no iban a dar el cante proponiendo un brindis por los profesionales de Sevilla Global que han trabajado para el B-Team y ahora se van al paro. Pero, al menos en clave local, se debía tener un gesto de reconocimiento por los servicios prestados en aras a incardinar a la ciudad en ámbitos colaborativos de innovación que son bien apoyados económicamente por las instituciones europeas. Como el proyecto Medi@tic (para potenciar el sector audiovisual mediante nuevas tecnologías), en el que a Sevilla le corresponde la coordinación, en una red de ciudades de siete países apoyadas para dicha finalidad por la UE hasta diciembre de 2014.

No es imprescindible que exista una sociedad anónima municipal para que el Ayuntamiento involucre a Sevilla en estas experiencias. Pero no es justo hacer creer a la opinión pública que lo único que ocurría en Sevilla Global eran las cacicadas y manejos de Antonio Rodrigo Torrijos y sus conmilitones de IU. Los primeros que sufrían esa privatización eran los profesionales que trabajaban con mentalidad de servicio público. Ahora, Zoido alega que son insostenibles y se incorporan a la Sevilla global del paro.