La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Pasitos de libertad

Como una nueva infancia y adolescencia son estos tiempos en los que se nos van permitiendo libertades

Imposible no revivir la sensación de los pasitos de libertad que íbamos dando en la transición de la infancia a la adolescencia. Desde los primeros "¡niiiiñooo la ceeeeenaaaa!" que las madres gritaban desde las ventanas a los chavalitos que jugaban en la calle -porque hubo un tiempo en que los niños se bajaban solos a las calles y las plazas a jugar- hasta los sucesivos "en casa a las 10"… "en casa a las 12"… y así hasta la conquista de llegar cuando apeteciera. Son las conquistas de los primeros cigarrillos comprados sueltos y disimulados después con un Pictolín, de la primera vez que se dormía en casa de un amigo, del primer verano de viaje de mochila y kilométrico. O, dicho en sevillano, de la primera Semana Santa que se veía con los amigos -cena obligada de perritos calientes con salchichas sospechosamente rosa o de pedacitos de freiduría- hasta que entraba no importa qué cofradía, porque siempre era la que se recogía más tarde. Por no hablar de las primeras Semanas Santas en las que pasión se escribía también con minúscula.

Así andamos en estos tiempos en los que se nos van levantando restricciones y se nos permite ir dando pasitos de libertad. Las horas de salir y regresar a casa se nos han marcado con idéntico rigor que en nuestra infancia y adolescencia. Se nos obliga a llevar mascarilla como las madres nos obligaban a taparnos la boca con la bufanda al salir del cine abarrotado a la anochecida calle invernal. Las vacaciones dependerán de que no suspenda el curso la zona en la que vivimos y la zona a la que vamos. Las manos deben lavarse y frotarse como antes las rodillas (porque llevábamos pantalones cortos) y las manos al subir de jugar en la calle, la cara por las mañanas o el cuerpo entero en el baño semanal. Tenemos que guardar distancias de metro o metro y medio como cuando formábamos en el patio del colegio, el profesor decía "¡cubrirse!" y extendíamos el brazo para marcar la distancia antes de subir en fila a las clases.

Todo para nuestro bien, desde luego… ¡Como decían las madres! Y con un peso mayor de la responsabilidad personal conforme se va pasando de la fase 0 a la 1 y de esta a la 2… ¡Como decían los padres cuando iban aflojando la cuerda! Una especie de tránsito de la minoría a la mayoría de edad. Y un regreso -por otra parte- a las fronteras, los pasaportes y hasta los certificados de buena conducta -en este caso de inmunidad- que se exigía en los tiempos del exhumado.

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