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La ciudad y los días

carlos / colón

Patadas a Sevilla

EL delegado de Urbanismo ha dicho que "los veladores en la Avenida son una auténtica patada al buen gusto" y que "la cantidad de cacharrería que hay en esta zona clave de la ciudad necesita una reordenación total que vamos a hacer". ¡Orden! ¡Orden! Vayamos por partes. La patada al buen gusto la dieron los señores Monteseirín y González Cordón, alcalde impulsor y arquitecto ejecutor de la pésima peatonalización de la Avenida (cerca de ella el señor González Cordón perpetró el edificio con aire de tanatorio de la calle Santander, alzado sobre el solar de una casa regionalista de Espiau). Una patada que comenzó con la tala de los grandes árboles de su último tramo (entre Santo Tomás y la Puerta de Jerez), prosiguió con la no reposición de los adoquines y la dichosa igualación de niveles que la privó de ese gran invento romano que son las aceras, rematándose con los naranjos de pega que no dan sombra. Un desierto gris, feo y ardiente fue el resultado. Nunca nada tan esperado se solucionó con tan torpes maneras. Los veladores vinieron después, ocupando ese feo espacio sobre el que los sevillanos se asan como los gambones del añorado El Tubo de la plaza de San Francisco. Así que antes fueron la patada municipal y la urbanística "de autor", y después las de los veladores.

El señor delegado de Urbanismo también ha dicho que se harán reordenaciones en la Campana y en Mateos Gago. ¡Dios mío! Me lo estoy viendo venir. Mateos Gago sin aceras, sin adoquines, igualada por la marea gris de losetas, tal vez sin sus espléndidos naranjos y solo con unos poquitos veladores menos. El horror de la plaza de la Virgen de los Reyes (mutilada de sus adoquines, de sus antiguos naranjos y del espléndido círculo que rodeaba a la fuente) subiendo calle arriba.

En cuanto a la Campana… No, de esto no tienen la culpa ni el PA (q.e.p.d.) que se cargó las plazas del Triunfo y de la Virgen de los Reyes ni el PSOE de Monteseirín, que malbarató la Avenida, además de desfigurar la Alameda y erigir las setas. Los destructores de la Campana fueron los alcaldes franquistas y posfranquistas: el edificio del Café de París (Aníbal González, 1904-1906) fue derribado en 1971 y en 1978 lo fue el de la Farmacia Central, abierta por el doctor Espinar en 1904. Que quiten o pongan veladores la hará más transitable, pero no atenuará la indecencia de la pésima arquitectura que se alzó sobre sus solares.

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