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Cuchillo sin filo

francisco Correal

Pecadores

QUÉ pena que sea pecado. El papa Francisco nos devuelve al libreto de aquella versión musical de la teología de la liberación que fue El diluvio que viene. Sus mensajes despistan a afines y detractores y vuelve a demostrar que los caminos del Señor son inescrutables. Ordenando los libros de mi biblioteca, he colocado juntos dos volúmenes de enunciados antagónicos: Las formas elementales de la vida religiosa, de Emil Durkheim, y Las formas complejas de la vida religiosa, de Julio Caro Baroja. ¿Es elemental o compleja la personalidad del papa Francisco?

El pecado es el hilo conductor del Evangelio y los pecadores la compañía que siempre busca el personaje central de ese libro. No son los sanos, nos dice uno de los evangelistas, los que necesitan del médico. Desde ese punto de vista, alarmarse, sorprenderse o estremecerse por la autocrítica del Pontífice está de más y es tiempo perdido. Jonás está más a gusto en el vientre de la ballena que por las calles de Nínive, como bien sabe Paco Algora, que bajó a las fauces del cetáceo y que ayer presentó en el Habanilla, bar de teatreros de Sevilla, La insurrección de los cómicos, con prólogo de Emma Cohen.

Hay un punto de comicidad agustiniana en el discurso del Papa Francisco. Es ahí donde se le nota que habla el lector de Borges. Perdón por el palabro, pero es una alternativa dialéctica a la tragicidad de su predecesor. ¿Estará marcando Ratzinger a Bergoglio como émulos de Augenthaler con Caniggia? Entre Alemania 74 e Italia 90, a lo largo de cinco Mundiales siempre hubo argentinos o alemanes en la final y la rivalidad balompédica se ha vuelto ahora teológica. Dios es redondo, nos enseñó Juan Villoro.

El papa Francisco admite urbi et orbi, a la ciudad del mundo -la globalización es más vieja que andar para atrás- que es un fistro pecador de la pradera. Su relativismo es de otra pasta que la de Benedicto XVI. Pecado en inglés es sin, como la San Miguel. En el diccionario inglés-español aparecen sin/pecado, como si todos los ingleses fueran rocieros. Esos que inventaron el fútbol y lo trajeron por Riotinto y perdieron la hegemonía en tiempos de los Beatles en beneficio de estas potencias, Alemania y Argentina, que ahora se turnan en la llave de San Pedro. Los cerrajeros se han puesto nerviosos porque la palabra pecado les saca de sus casillas. Hay pecados capitales y pecados, ay, de provincias.

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