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POR montera

Mariló Montero

Pedazo de p...

JUSTO cuando estaba dispuesta a solidarizarme con Bristol Palin, la hija de la candidata a la vicepresidencia de los EEUU con John McCain, encontré en el reverso de la hoja del periódico algo que me heló la sangre. Tras leer el escándalo que se había montado en los Estados Unidos por el hecho de que la hija adolescente de Sarah estuviera embarazada, miré con cierta preocupación la fotografía de la joven de 17 años buscando en ella algún resquicio de remordimiento o pesar. Quien más o quien menos ha vivido en su entorno familiar un embarazo en plena adolescencia, lo que deja, en cierta medida, marcada a la joven madre y ve afectado el desarrollo de su vida personal y profesional. A pesar de los múltiples esfuerzos de las familias por normalizar la abrupta circunstancia, la vida insiste en decirnos que tiene un orden; cada cosa a tu tiempo y a tiempo cada cosa.

Lo que me dejó estupefacta, digo, fue la tormenta de ataques vertidos contra la aspirante a vicepresidenta por haber fracasado como madre, por no haber sabido imponer su autoridad para evitar el embarazo de la adolescente y demás comentarios incisivos por su ideología conservadora. En paralelo, pensaba en la responsabilidad extra que tendría que sentir su hija por haber puesto en peligro un considerable número de votantes moderados. El caso es que en política todo se arregla con una fotografía donde la familia Palin, John McCain y su esposa posan sonrientes en cualquier lugar de Minneapolis. Todo arreglado: Bristol simula ser feliz agarrada a la mano de su, también simulado, feliz novio y futuro esposo. Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Pues no. No ha terminado, porque hay más páginas en los diarios donde aparecen etapas de la vida de Sarah que delatan cierta precipitación y falta de meditación a la hora de haber sido elegida para ese cargo. Entre ellas, que su currículo no abarca más de un párrafo, su conocimiento en política internacional es nulo y arrastra el apodo de La Barracuda de cuando fue capitana de un equipo de baloncesto en Alaska, donde era gobernadora. Las similitudes que podrían extraerse entre Palin y el pez son su voracidad y, echándole imaginación, que su carne es comestible y que a cierta edad se vuelve venenosa (Sarah tiene 44 años, por lo que habría que esperar un poco para comprobar su conversión). Si así le apodaron, por algo sería. Démosle tiempo.

Lo que me dejó helada e indignada fue que el grave comportamiento y carácter de John McCain no despierte tanto interés. Lean si no la respuesta del candidato a su esposa, Cindy, después de que ésta le acariciara el pelo y le comentara, bromista, que estaba quedándose calvo: "Por lo menos no me emplasto maquillaje como una guarra, pedazo de p…".

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